«Asturias está al nivel de un país subdesarrollado si hablamos de su tasa de fumadores», sentenció ayer el psicólogo de la Universidad de Vigo Manuel Isorna, un diagnóstico que refrendó el consejero de Salud y Servicios Sanitarios del Principado en funciones, José Ramón Quirós, durante unas jornadas sobre «Nuevos modelos de intervención en tabaquismo», en las que se intentó analizar «lo que funciona y lo que podría funcionar» en la lucha contra los malos humos.
Lo que debe funcionar a partir de ahora, según José Ramón Hevia, jefe de la Unidad de Coordinación del Plan Sobre Drogas de Asturias, es «diferenciar muy bien los mensajes que se lanzan por género», porque las mujeres son las más renuentes a abandonar el hábito, además de «trabajar en edades más tempranas. En Primaria».
Algo está fallando, defendió, cuando las chicas fuman más que los chicos y, sin embargo, no hay políticas concretas destinadas a ellas. Y algo falla también cuando la edad media de inicio en el hábito es 13 años y muchos centros educativos no integran la información sobre las consecuencias del tabaco «en las propias asignaturas, dentro de la jornada escolar».
En palabras de Quirós: «Lo que funciona es la prevención. Cualquier inversión que consiga que nuestros jóvenes no empiecen a fumar. Mucho más que cualquier tratamiento para dejarlo». Pero lo cierto es que, hizo autocrítica el consejero, «los avances para reducir el tabaquismo en Asturias hasta el momento han sido muy modestos».
Los datos que maneja Hevia lo constatan: «El 30% de la población asturiana todavía fuma, un porcentaje que logramos reducir muy poco desde la entrada en vigor de la ley antitabaco en 2005, y un descenso que, además, no se ha mantenido en el tiempo, de forma que el porcentaje se ha estabilizado. Hay que conseguir seguir bajando».
Quirós tradujo a cifras ese propósito: «Tenemos que conseguir reducir esa tasa del 30 al 25% en los próximos cinco años». Y, para eso, dijo, es necesaria una mayor implicación de los profesionales de los distintos ámbitos implicados en la batalla contra el tabaquismo.
«Trabajamos mucho en el día a día y no dedicamos suficiente esfuerzo a revertir la tendencia, no lo hemos conseguido», les dijo. «Os pido que tratéis de que la gente no caiga en el hábito».
El consejero en funciones explicó cómo reducir el número de fumadores se ha convertido, para él, en «un objetivo perpetuo», en eso que «ningún año consigues».
Y eso implica, subrayó Hevia, que «1.400 personas fallecen cada año en Asturias como consecuencia del tabaco, muertes perfectamente evitables, lo que ha convertido al tabaquismo en un severo problema de salud pública».
El reto no es fácil, aseguró el presidente de la Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo, Francisco Javier Ayesta, que defiende que las claves para prevenir el consumo entre los jóvenes pasan por que perciban el hábito de fumar como «un problema», por «desnormalizar» el tabaquismo e incrementar el precio de las cajetillas, además de eliminar su publicidad y restringir los lugares de consumo.
A estas medidas habría que sumar las campañas destinadas al abandono del tabaco en adultos para que los jóvenes asuman el no fumar como «ejemplo» de conducta. Porque, explicó, «es necesario abordar el problema desde todos los ámbitos y plantear políticas diferenciadas según el destinatario, pero que se complementen entre sí para lograr resultados más eficaces».
Contra esos «modelos alternativos» juegan «la propia adicción y toda una serie de intereses que pretenden perpetuar la conducta del adicto», fundamentalmente de las tabaqueras, y que «los humanos somos especialistas en autoengañarnos». Ahora bien, zanjó Ayesta, «si fumas, tienes un problema. Puedes intentar negar lo evidente, pero lo tienes. Y cualquier cigarrillo, incluso uno diario, te hace daño».