El servicio de urgencias del Hospital Central de Asturias ha empezado a atender a jóvenes consumidores de éxtasis: seis casos en los últimos dos años. Y los psiquiatras consultados por este periódico auguran un gran incremento de los tratamientos ambulatorios por una sustancia que, según los últimos estudios experimentales, puede ocasionar riesgos de alteraciones similares al Parkinson al afectar a la función motórica. Un millar de estudiantes de Secundaria asturianos se confiesa enganchado a las drogas sintéticas.
De la discoteca a la consulta médica. El entorno resulta menos cálido, pero es lo que hay. Los psiquiatras no se atreven a poner fecha al final de la fiesta, pero auguran un gran incremento de consumidores de éxtasis con lesiones neuronales en los ambulatorios y los centros de salud mental. Y si no ponen fecha es porque las investigaciones se encuentran todavía en fase experimental y los daños que se han observado por efecto de las drogas sintéticas son a largo plazo. Precisamente, la falta de daños inmediatos y evidentes del consumo de éxtasis es en parte responsable de la creencia de que esta droga es totalmente inocua.
Hasta hace tan sólo tres años las urgencias del Hospital Central de Asturias no habían atendido a ningún joven con problemas derivados de una intoxicación de éxtasis. En los dos últimos años ya se han contabilizado seis casos, según el jefe del servicio, Francisco del Busto. «La cifra no es muy significativa todavía, pero quiere decir que algo está pasando; el éxtasis no provoca muchas intoxicaciones, pero sus efectos son mucho más peligrosos que los de las otras drogas».
Una investigación de la Universidad John Hopkins, en Estados Unidos, reveló que el consumo de dos o tres pastillas de éxtasis en una noche puede provocar lesiones neurológicas graves. A propósito de este estudio, el catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo Julio Bobes advierte que los consumidores habituales se enfrentan a un futuro nada envidiable: envejecimiento precoz y riesgo de alteraciones similares al Parkinson.
Tradicionalmente, la ciencia sólo asociaba trastornos emocionales a esta droga (angustia, depresiones, psicosis o alucinaciones), pero los últimos estudios con monos y mandriles han avanzado daños de mayor magnitud. Se ha logrado demostrar la existencia de toxicidad a través de dos sistemas: el serotominérgico, que regula el estado de ánimo, y el dopaminérgico, que afecta a la función motórica. «Los que consumen de manera frecuente esta droga», sugiere Bobes, «están comprando acciones para una vejez tremenda porque la muerte neuronal es irrecuperable».
El éxtasis ha sido descrito como la droga de la empatía y el contacto. Esta sustancia diseñada en laboratorios encargados de modificar la estructura química de productos naturales o medicamentos encontró abrigo al calor de las discotecas en los años ochenta. La droga se hizo poderosa en las «raves» (fiestas interminables en grandes escenarios) al ritmo de estructuras minimales y repetitivas que servían de banda sonora para potenciar el «subidón».
«El éxtasis multiplica y magnifica los sentidos, las percepciones, los sonidos y las imágenes (…). Genera una lucidez impasible capaz de percibir lo que normalmente se percibe como un cúmulo de espinosos problemas, en una serie de planos despejados y serenos y con una insólita claridad». De este modo describe el éxtasis la escritora inglesa Sadie Plant en «Escrito con drogas», un interesante tratado carente de lecturas moralizantes acerca del fenómeno universal de los estupefacientes.
La escritora recuerda cómo Alexander Shulgin, uno de los más conocidos investigadores de los alucinógenos, mejoró su percepción de la estructura molecular del éxtasis gracias al consumo de esta droga. «Quienes la consumen», observa Plant, «ni viajan ni sueñan; quedan inmersos, extasiados, poseídos, de forma tan indescriptible como los planos a los que les llevan las drogas».
Cada vez son más los jóvenes asturianos que descubren estos efectos. Un informe encargado por la Consejería de Salud demostró que las drogas de síntesis tiene enganchado a un millar de alumnos de Secundaria.
Pero los datos más frescos corresponden a un estudio realizado por el doctor Jesús Delgado -ejerce en el centro de salud de Arriondas- entre 2.827 estudiantes de institutos de Oviedo, según el cual un 3,9% reconoce haber consumido éxtasis alguna vez en su vida. Del trabajo de Delgado también se desprende que el 90% de los alumnos ha consumido alcohol; el 66%, tabaco; el 35%, cannabis; el 10,9%, alucinógenos; el 8,4%, anfetaminas; el 8%, pegamento; el 6,2, cocaína, y el 1,7%, heroína.
Los expertos recuerdan que el consumidor de sustancias de síntesis tiende a estimularse a la vez con muchas drogas: alcohol, tabaco, alucinógenos, anfetaminas, cocaína y cannabis. Es decir, que responde al perfil de un policonsumidor en toda regla.