La memoria de 2004 revela que, por vez primera en 16 años, las terapias destinadas a cocainómanos han desplazado a los tratamientos por consumo de heroína, la droga «reina» de la década de los ochenta.

Los datos dados a conocer ayer señalan que el pasado año, 249 personas demandaron algún tipo de atención por estar «enganchadas» a la cocaína (58 casos más que 2003), lo que representa un incremento del 30 por ciento en apenas doce meses.

En cifras porcentuales, la adicción al conocido como «polvo blanco» supone ya más de un tercio de las demandas. La heroína, por contra, se queda en el 29 por ciento, con tendencia a descender. Aunque la diferencia entre ambas toxicomanías es todavía escasa, el coordinador de Proyecto Hombre, Luis Manuel Flórez, asegura confirma una tendencia iniciada hace algunos años. Los responsables de este centro de tratamiento, que desde 1988 trabaja en el campo de las drogodependencias, llevan varios años advirtiendo de los peligros del consumo de cocaína, principalmente, entre los jóvenes, cuya percepción del riesgo aún es muy baja.

La imagen del toxicómano se aleja cada vez más de la de los «yonkis» de los años ochenta, época en la que Proyecto Hombre comenzó a trabajar en Asturias. El drogadicto ha dejado la jeringuilla y el ambiente marginal. Ahora trabaja y se costea la droga con su propio sueldo. Al menos, esto es lo que reflejan las encuestas de Proyecto Hombre, que señalan que un 86,3 por ciento de cocainómanos logra mantener su trabajo durante su periodo de adicción.

«Muchos tienen puestos de responsabilidad y vienen aquí cuando la adicción les empieza a provocar problemas en su vida laboral y familiar», apunta Flórez a la hora de referirse al perfil del consumidor de cocaína. Se trata de un drogodependiente más normalizado e integrado en la sociedad. Suele ser un hombre, de unos 30 años, con actividad laboral y que, a diferencia de los heroinómanos, no suele delinquir para costearse la droga.

«Estamos ante un vuelco, que habrá que ver si se mantiene en el futuro», precisó el coordinador de Proyecto Hombre. Con todo, los datos de la memoria de 2004 son un claro reflejo de la advertencia lanzada hace un año por la ministra de Sanidad, Elena Salgado, cuando indicó que España era el país de la Unión Europea con mayor consumo de cocaína. Proyecto Hombre inició los tratamientos para cocainómanos en 2001. En principio, la cifra de usuarios no superaba la veintena. En 2004, fueron 249 las personas que demandaron algún tipo de atención, desde información a tratamientos ambulatorios. De éstas, 126 iniciaron terapias de rehabilitación.

Lo cierto es que esnifar una «raya» es una práctica cada vez más habitual entre los jóvenes. Al igual que en el resto de España, en Asturias la dependencia a la cocaína también se ha disparado. En seis años, el consumo de esta droga, de alto poder adictivo y de graves consecuencias físicas y psíquicas para sus consumidores, se ha duplicado entre los más jóvenes. Se ha pasado de un 2,8 por ciento de chavales, de 14 a 18 años, que en 1997 reconocía haber ingerido, esnifado o fumado «coca» (datos del Plan Nacional de Drogas), a un 6 por ciento, según recoge datos del Observatorio regional sobre Drogas.

Junto al incremento de los adictos a la cocaína, Proyecto Hombre destaca, asimismo, el aumento de las demandas de tratamientos por alcoholismo, que figuran ya en tercer orden de importancia. En este apartado, Luis Manuel Flórez mencionó un dato que «nos ha llamado especialmente la atención». El consumo de alcohol «ha crecido mucho en mujeres», que proporcionalmente son las que más terapias antialcohol demandan.