El consumo de cigarrillos en la provincia continúa bajando desde que en 2007 entrara en vigor la primera prohibición de fumar en lugares públicos. La estadística anual del Comisionado para el Mercado de Tabacos revela que los burgaleses en 2012 compraron  2.360.000 cajetillas menos que el año anterior, lo que representa una caída del 10%. Lo que no muestra la información que aporta el ente dependiente del Ministerio de Economía es si disminuye el número de adictos. Los estanqueros aseguran que no ha bajado la cifra de personas que le da al pitillo, «pero sí fuman menos cantidad». Lo atribuyen a las restricciones que pesan sobre la hostelería y a la subida del paquete -por los impuestos especiales-.

Y es que el gasto de los burgaleses en tabaco también se ha reducido pero en una proporción mucho menor. Si en 2011 compraron cigarrillos por valor de 87,28 millones de euros, en 2012 esa cantidad descendió a 84,34, un 3,3% menos. ¿Qué significa este desfase entre gasto y cantidad consumida? Que el tabaco ha subido de precio el último año, a consecuencia sobre todo del incremento de la presión fiscal sobre este producto. En la actualidad el 78% del precio de una cajetilla se va en impuestos, según explica, presidente de la Asociación de Expendedores de Tabaco de Burgos (Asprebu), Carlos Pérez.
La disminución del consumo de cigarrillos también está ligada a la crisis económica. «Se ha juntado todo; las prohibiciones empezaron el mismo año que comenzaron a ir mal las cosas», recuerda Pérez. El caso es que el número de fumadores no baja en la misma proporción que el consumo. Lo que pasa es que se compra menos y esto está íntimamente vinculado a las leyes antitabaco, la original y su secuela de 2011, la que prohibió el tabaco en cualquier recinto de hostelería.

Solo un cigarro

En los bares, los fumadores encadenaban un pitillo tras otro, bien con el café, la caña o la copa. Ahora, esas mismas personas han de salir a la calle para hacer lo propio. Pero solo se fuman uno. La crisis se nota en que se ha «cortado de raíz» el hábito de «ofrecer». «Antes una persona sacaba una cajetilla y repartía de una vez cuatro o cinco cigarros, ahora se fuma el suyo y punto», indica el presidente de los estanqueros. El precio, qué duda cabe, también disuade. En el último lustro, los impuestos han hecho que la cajetilla suba de una media de 2,40 euros a 4,20, casi el doble. Lo cual ha hecho, por ejemplo, que los fumadores busquen productos cada vez más baratos. Desde el tabaco de liar a las marcas low-cost, como American House,  Red Eagle o Bravo.