República Checa ha aprobado un proyecto de ley que legaliza el cultivo doméstico de cannabis y autoriza el uso médico de la psilocibina. La reforma, que ya cuenta con el aval de ambas cámaras del Parlamento, se encuentra ahora en el escritorio del presidente Petr Pavel para su firma y entrada en vigor.

La nueva legislación permite la posesión de hasta 100 gramos de cannabis en el hogar y 25 gramos en espacios públicos. Además, autoriza el cultivo de hasta tres plantas en casa sin sanción penal. La tenencia de entre cuatro y cinco plantas se considerará una falta administrativa, mientras que cantidades mayores, así como la posesión de más de 200 gramos, seguirán siendo delitos penales.

En paralelo, la reforma introduce un marco legal para el uso terapéutico de la psilocibina, que podrá ser recetada en entornos médicos controlados. Este cambio convierte a la República Checa en uno de los primeros países europeos en integrar legalmente este psicodélico para tratamientos de salud mental.

El gobierno ha defendido la medida como un avance en materia de justicia y salud pública, señalando que busca evitar la criminalización innecesaria de infracciones menores, reducir la sobrecarga judicial y penitenciaria, y reconocer que el consumo personal en contextos privados no genera riesgos sociales significativos.

La diputada Zdenka Němečková Crkvenjaš, promotora de la propuesta, subrayó que la norma “terminará con el castigo de personas que cultivan cannabis para uso medicinal”, mientras que el ministro saliente de Justicia, Pavel Blažek, destacó que las reformas permitirán distinguir entre “conductas realmente dañinas y aquellas que no lo son”.

Se prevé que la ley entre en vigor en 2026, tiempo durante el cual se desarrollarán protocolos policiales y médicos, así como campañas informativas sobre los nuevos límites legales y los usos autorizados de la psilocibina.

Con esta medida, República Checa se suma a países como Malta, Luxemburgo y Alemania en la vanguardia de la reforma europea sobre cannabis y terapias psicodélicas, apostando por un enfoque que combina libertades individuales con políticas de salud basadas en la evidencia científica.