El Gobierno de Iván Duque está a punto de cumplir su propósito, largamente postergado, de que Colombia regrese a las cuestionadas fumigaciones aéreas con glifosato contra los cultivos de hoja de coca. El presidente, al que le queda poco más de un año de mandato, firmó este lunes un decreto que establece las reglas de la aspersión aérea para regular “el control de riesgos para la salud y el medio ambiente”, y así cumplir con algunos de los requisitos que le ha exigido la Corte Constitucional. Desde que se suspendieron las fumigaciones en 2015, académicos, ambientalistas y organizaciones sociales han rechazado el uso de este herbicida potencialmente cancerígeno.

El anuncio reabre una discusión que ha despertado pasiones a lo largo de los años. El propio Duque ha argumentado con insistencia que Colombia necesita todas las herramientas para combatir el narcotráfico, incluido el glifosato. Su antecesor, Juan Manuel Santos, abogó por cambiar el enfoque en la lucha global contra el tráfico de drogas, y pidió abordar el problema como un asunto de derechos humanos y salud pública —incluso en su discurso de aceptación del Nobel de Paz por el acuerdo que selló con las FARC—. El actual mandatario ha marcado una línea más dura y un regreso al prohibicionismo, al tiempo que ha favorecido la erradicación forzosa en detrimento de la sustitución voluntaria pactada con las comunidades de campesinos.

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