Los ansiolíticos no son inocuos, su uso crónico y prolongado tiene consecuencias y la primera es un aumento del riesgo de mortalidad en un 21%, pero en España se banaliza su consumo y Orfidal, Valium, Tranxilium y Lexatin se consideran «medicamentos de botiquín», a donde llegan por un exceso de prescripción médica.

En una entrevista con Efe, en el marco del XXIX congreso nacional de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), el responsable del grupo de trabajo de salud mental, Antonio Torres, explica que «esto no significa que el médico tenga la culpa» sino que el facultativo se ve obligado a responder- en los cinco minutos de una consulta de Atención Primaria- a una demanda social en la que le paciente exige «alivio rápido» a sus síntomas.

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