Cuerpos sudorosos que se rozan entre sí mientras bailan a ritmo de la música, bocas y narices que inhalan y exhalan un aire común mientras se acercan, vasos de trago y pipas compartidas que rotan de persona a persona. Estas son algunas de las imágenes comunes presentes en las reuniones y fiestas que, poco a poco, han comenzado a ocurrir en todo el mundo a pesar de las restricciones de bioseguridad que impulsan medidas como el aislamiento social, para prevenir el esparcimiento del Covid-19. 

Y es apenas normal: ante el difícil panorama pandémico, en el que la salud mental se ha visto afectada por las condiciones actuales del encierro, el teletrabajo, la angustia e incertidumbre, querer salir a encontrarse con otros para buscar calidez humana es entendible.

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