El proyecto En Plenas Facultades cumple un cuarto de siglo y lo celebró con sus IV jornadas Sex&Drugs: 25 años de viaje en la prevención con jóvenes.
“Es la primera vez que asisto a los 25 años de un programa de prevención”, dijo Gemma Altell, codirectora de G360. “Cuando comenzamos no sabíamos que íbamos a tener tanto éxito, ya que el modelo de comunicación entre iguales en el ámbito de la prevención no era tan común. Sólo estábamos Energy Control y nosotras”.
Xavier Ferrer, director técnico de la Fundación Salud y Comunidad y uno de los impulsores del proyecto, también compartió su opinión: “Es muy difícil que un programa de prevención cumpla 25 años. Se entiende que después de dos años haciendo un proyecto está todo hecho, y no es así; aquí hemos trabajado mucho para consolidar y darle forma a este programa pionero”.
“Con el tiempo se ha visto que trabajar entre iguales funciona”, recalcó Joan Colom, subdirector general de Adicciones, VIH, ITS y hepatitis víricas de la Agencia de Salud Pública de Catalunya. “Evidentemente falta mucha investigación, pero sabemos que crea más proximidad un mensaje de alguien cercano que de la administración. Con los años, hemos visto cómo todo ha cambiado a mejor; ahora con la implementación de las estrategias de reducción de riesgos y daños”.
En el acto también se presentó un vídeo que recogía el trabajo de todos estos años. “Desde 1999 se han hecho más de 250 formaciones en 17 universidades y más de 1.000 actividades”, recordó Otger Amatller, coordinador del departamento de prevención de la Fundación Salut i Comunitat.
Momento actual del trabajo preventivo con jóvenes
En esa mesa redonda se compartieron dos experiencias relacionadas con las drogas y otras dos con las sexualidades. Mireia Ventura, responsable del servicio de análisis de Energy Control, resaltó la base tan bien trabajada que tiene Catalunya en cuanto al trabajo en prevención gracias a personas valientes que lo desarrollaron hace muchos años. “Los servicios de análisis son una herramienta muy poderosa para contactar con las personas usuarias de drogas y monitorizar cómo evoluciona un fenómeno extremadamente dinámico”.
“La droga es la excusa para acercarnos a la gente”, manifestó Marta Capdevila, psicóloga y técnica del Ayuntamiento de Lleida. “Veníamos del ‘no’ a las drogas, de que el problema estaba en las sustancias. Y ahora hemos pasado de la responsabilidad individual a la colectiva, porque la responsabilidad de prevenir y educar es colectiva. Hay que poner en el centro a la persona desde una implicación comunitaria”.
En cuanto al tema de las sexualidades, Roberte Piqueras, responsable del proyecto de Actuavallès ‘Diversex’, presentó la metodología que usan, enfocada desde el ámbito educativo en la proximidad y en crear comunidad. Y señaló que educar desde la regañina no aporta nada. Por otro lado, Emma Baudais, coordinadora del área comunitaria del Centro Joven de Atención a las Sexualidades, destacó la existencia de una mirada adulta que criminaliza la sexualidad adolescente, estigmatizando sus relaciones y curiosidades. “La información siempre es protección”.
Panorama y retos de la prevención en pantallas
La última ponencia giró en torno a la prevención de las adicciones a pantallas, de la mano de Judith Pardo y Ester Angelats, socias de Eines, cooperativa de iniciativa social que ofrece servicios de prevención en los usos de drogas y pantallas. “Trabajar el tema de las pantallas ha sido difícil porque no sabíamos cómo hacerlo. Partimos del modelo de drogas y fuimos adaptándolo. Actualmente, nuestra demanda es más alta en el tema de pantallas que en el de drogas”, dijo Pardo. Por su parte, Angelats hizo un repaso del panorama actual de los usos de pantallas para entenderlos de manera particular: motivaciones, entornos digitales y diferencias entre los usos. Y especialmente puso énfasis en entender las necesidades actuales de las personas jóvenes. “¿Realmente estamos mirando a la juventud y sus necesidades?”.
Y Pardo concluyó: “¿Somos conscientes de la cantidad de horas que pasamos al móvil? Si lo miramos, nos daríamos cuenta de que no habría diferencia entre el tiempo de uso de personas jóvenes y adultas”.