Más de 200 familias malagueñas recibieron el año pasado una carta de la Policía Local informándoles de que sus hijos menores de edad habían sido sorprendidos consumiendo alcohol o drogas en la calle. Una situación nueva, inesperada y desagradable para muchos padres y madres. El psicólogo y técnico del Centro Provincial de Drogodependencias Juan Díaz explica que para que esta notificación sea de provecho, los padres tienen que saber asumirla con paciencia.
La Policía le comunica a un padre que su hijo, menor de edad, ha estado consumiendo hachís. ¿Cómo debe afrontarlo la familia?
Sobre todo, con tranquilidad y sin alarmismos. Quizás esa carta es una buena oportunidad para abrir una vía de diálogo, para hablar con los hijos del alcohol y las drogas. Es importante conocer qué importancia tienen en la vida del menor; saber si el consumo es algo esporádico y aislado; si lleva una vida normal o si realmente puede haber una adicción. Lo básico es escuchar, dejar hablar y tener pendiente que su hijo no es un bicho raro, ni una excepción. Con una actitud represiva no se soluciona nada y puede ser hasta contraproducente.
Pero ese diálogo no es nada fácil para muchos padres.
Desde luego no es nada fácil, pero es que el problema en sí tampoco es fácil. Los padres tienen que ser modestos. Si nunca han hablado con sus hijos de las drogas, no pueden pretender arreglarlo todo en la primera charla. Tiene que ser sólo el punto de partida para una relación más fluida.
Es frecuente que la primera reacción paterna sea el castigo o la regañina ¿Sirve de algo?
Creo que es un error; la familia nunca debe empezar atacando al hijo. Que un hijo haya fumado hachís un fin de semana no significa que tenga un problema con las drogas. La familia debe recabar información sobre su hijo y el papel que desempeña la droga o el alcohol en su vida cotidiana: por qué lo consume, con qué frecuencia, qué sabe sobre sus efectos…
¿En esa situación, deben los padres aconsejar o informar a los hijos sobre las drogas?
La información siempre es positiva, pero hay que tener mucho cuidado. Los padres no suelen manejar mucha información sobre las drogas, y una información falsa puede hacer que el padre pierda la credibilidad. Además, la adolescencia es una edad en la que suelen rechazar los consejos paternos.
También hay un alto porcentaje de padres que reciben esta carta, pero niegan que su hijo beba o tome drogas…
Es una situación tan perjudicial como la de hacer un drama. Ninguno de los dos extremos es recomendable. Hay familias que pueden tener miedo a enfrentarse al asunto de las drogas con su hijo adolescente. Lo absurdo es no dar crédito a la información que remite la Policía sin ni siquiera comentarlo con el menor y saber su opinión.
¿Es recomendable solicitar ayuda profesional?
El consumo de drogas siempre hay que enmarcarlo en un contexto. Es una pieza más en el puzzle de la vida del muchacho y como tal hay que afrontarlo. No podemos llevar a un joven al psicólogo porque se haya fumado un porro una vez, de forma aislada. La ayuda profesional se debe requerir cuando se haya comprobado que este consumo supone un conflicto, un problema que puede afectar a sus estudios, a sus relaciones sociales o a su salud.