¿Por qué es tan difícil abandonar el consumo de la droga? Un grupo de tres investigadores de la Universidad de Granada se ha enfrentado a este dilema y ha desarrollado un proyecto de investigación pionero en el mundo, en el que demuestra la importancia de la falta de emociones de los drogodependientes en la recaída. Hasta ahora, la mayoría de las iniciativas intentaban evitar la adicción integrando al enfermo en el mundo laboral y social, pero nunca se profundizó en el trastorno afectivo de los pacientes.

Los profesores Miguel Pérez y María Blasa, en colaboración con Francisco Aguilar, director del Centro de Rehabilitación de Drogodependientes del Cortijo Buenos Aires, en El Fargue, han sometido a estudio a ochenta adictos granadinos durante tres años, hasta determinar su perfil emocional. Los investigadores han adaptado a la realidad española el estudio del prestigioso psicólogo estadounidense Peter Lang. El terapeuta muestra medio centenar de imágenes en quince minutos -instantáneas de una flor, una cara destrozada por un tiro o una mujer desnuda- a los drogodependientes y estos evalúan sus estímulos con la ayuda de un polígrafo, similar al de la famosa máquina de la verdad. El sistema es capaz de medir el parpadeo, presión sanguínea, respiración o variaciones en el pulso.

El resultado obtenido es la ausencia total de sentimientos, apatía y desgana por todo lo que motiva a seguir vivo a un ser sano: familia, amigos, sexo y desarrollo profesional. La consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía le ha otorgado el premio de investigación en materia de drogodependencias, dotado con seis mil euros, por su innovación y originalidad.

Alteración fatal

Ni psicólogos ni terapeutas podían explicarse el porqué de la recaída, pero este método desvela un factor decisivo para intentar comprender la adicción. «Sabíamos que había algo que se nos escapaba. Hemos demostrado científicamente que los drogodependientes tienen alterado su sistema emocional y es ése uno de los factores más desconocidos, pero más importantes en la toma de decisiones erróneas», explica Francisco Aguilar.

El estudio demuestra que, aún a pesar de que el enfermo es consciente de las consecuencias de la ingestión de drogas, es la ausencia de emociones vitales la que determina la imposibilidad de mantener la absoluta abstinencia. «Ellos nunca alcanzan la sensación de resolver el problema. Nada les satisface en la vida, porque sufren un aplanamiento emocional. El sexo les estimula menos de lo normal y eso provoca un vacío emocional enorme», arguye María Blasa.

Sólo hay una forma de recuperar las emociones cuando se llega a esa situación extrema. Drogarse. «Su equilibrio emocional sólo estalla cuando consumen. Eso produce un gran vacío emocional», asevera Miguel Pérez, quien se enfrenta ahora a la incidencia de esta carencia efectiva en la toma de decisiones del drogadicto.

«No sabíamos qué era lo que determinaba las continuas recaídas. Una vez detectado uno de los motivos, tenemos que encontrar la fórmula para estimularles las emociones», concluye el director del Cortijo Buenos Aires.

Los investigadores tienen en proyecto aplicar el mismo instrumento a esquizofrénicos y depresivos para determinar el perfil emocional de forma similar a lo realizado con drogadictos.