Depresión, ansiedad, alcoholismo, drogadicción, pérdida de control sobre sus finanzas personales y recurrentes tendencias suicidas, son parte de la problemática que enfrentan los jugadores compulsivos o ludópatas, trastorno psiquiátrico vinculado al control de los impulsos que afecta a la población entre 25 y 35 años de edad, principalmente.

Aunque no se tienen cifras exactas del número de ludópatas debido a que la mayoría sólo reconocen que enfrentan la enfermedad hasta sufrir el abandono de sus familiares o perder todo su patrimonio, la Secretaría de Salud (SS) estima que al menos 3.5 millones de mexicanos padecen esa patología de adicción al juego que debe ser tratada clínicamente.

A diferencia de otras adicciones o trastornos psiquiátricos, la ludopatía es una enfermedad que avanza en silencio y provoca en quien la padece aislamiento, irritabilidad, depresión, sentimiento de culpa, ansiedad, desesperación y progresiva pérdida de la autoestima. El irrefrenable deseo de apostar, sin importar lo que se pueda perder, conduce a los ludópatas a situaciones graves de inestabilidad emocional que degeneran en pérdida de las relaciones afectivas y bajo desempeño laboral, y en muchas ocasiones llevan a la bancarrota y hasta al suicidio.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que cada adicto patológico al juego afecta de forma directa a 10 de sus familiares o amigos más cercanos, porque padece problemas graves de depresión, irritabilidad, pérdida de empleo o endeudamiento. La tasa de suicidio de quienes padecen este trastorno compulsivo es de las más elevadas —3.3 por cada 100 mil.

Xóchitl Duque Alarcón, coordinadora de Estadística Epidemiológica de los Servicios de Atención Mental de la SS, destaca que del total de potenciales ludópatas sólo se atienden médicamente menos de 30 por ciento, y hay alto riesgo de recurrencia debido a que la adicción al juego, al igual que el consumo de drogas, tabaco y alcohol, está directamente asociada con la liberación de dopamina, neuroquímico que estimula los mecanismos de recompensa en el cerebro y que provoca placer y bienestar.

«Estamos enfrentando un preocupante problema de salud pública que lo mismo afecta a jóvenes, adultos y personas mayores, pero por el estigma social de ser paciente de una enfermedad mental, pocos buscan ayuda médica profesional», precisa la psiquiatra e investigadora.

Además, dice, la mayoría de los ludópatas consideran que su adicción al juego es un simple vicio o pasatiempo, mas no una enfermedad. Los casos en que buscan ayuda médica ocurren cuando reconocen no poder controlar su deseo compulsivo de apostar, situación que se presenta generalmente luego de perder su empleo, patrimonio y familia, o incluso tras haber incurrido en un intento suicida.

Para quienes optan por la atención clínica, existen los servicios del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez y los del Instituto Nacional de Psiquiatría, donde se manejan padecimientos de ansiedad, depresión y esquizofrenia directamente vinculados a la ludopatía. El tratamiento consiste en terapia cognitivo-conductual destinada a controlar los impulsos mediante la relajación y otros estímulos, además de dosis de antidepresivos.

«El tiempo de tratamiento va de seis meses a un año, dependiendo de la predisposición del paciente a la terapia de control de la ansiedad, proceso en el que es indispensable el apoyo moral y sentimental de la familia para llenar el vacío existencial del adicto al juego», abunda la investigadora.

Sin embargo, el estigma social al ser atendido de un padecimiento mental es tan grande que en 2010, en ambos centros hospitalarios, apenas se atendieron 20 casos de ludopatía, lo que implica que la gran mayoría vive su enfermedad sin atención médica, o bien recurren a clínicas particulares o grupos de autoayuda.