«Se echan de menos casos reales, gente que venga a contarnos su experiencia, como logró rehabilitarse y reinsertarse en la sociedad». Es la opinión de Beatriz Muñiz, estudiante del Módulo de Grado Superior «Integración Social» en el Instituto de Enseñanza Secundaria Río de Trubia. Lo mismo opinan otros participantes de las «VI Jornadas Municipio y Drogodependencia», clausuradas ayer por el concejal de Juventud, Gerardo Antuña, en el Auditorio Príncipe Felipe.

A Arancha Rodríguez se le hicieron «bastante pesadas» las conferencias. «Demasiada teoría», aseguró ayer, justo antes de la ponencia que cerró la actividad: «Planificación y evaluación de programas preventivos», a cargo de Isabel Martínez Higuera, del Centro de Estudios sobre Promoción de la Salud (CEPS) de Madrid.

La ponente expuso a los presentes las pautas que deben marcar la elección de uno u otro programa de prevención, «para lo que hay que tener en cuenta el problema de drogas que queremos abordar: la persona, la sustancia y el entorno social».

Desde finales de los años noventa y tras años de investigación y trabajo preventivo, «disponemos de suficiente consenso entre científicos y expertos para empezar a trabajar desde un cuerpo teórico básico y eficaz», señaló Martínez.

Más teoría para unas jornadas que, según Elisea González, «en líneas generales, me han resultado interesantes. Pero se suponía que las sesiones de la tarde serían más participativas, menos teóricas y más prácticas. Y se echó en falta alguna oenegé o asociación. Fue todo demasiado institucional».