Un varón de aproximadamente 33 años que consume cannabis o cocaína. Es el perfil-tipo del pontevedrés que pide ayuda para abandonar las drogas, si bien un porcentaje significativo (el 14,1% del total) presenta graves problemas con el alcohol, una sustancia de abuso que, a diferencia de las anteriores, está presente en prácticamente todas las capas de edad.
Durante el pasado año fueron 890 los pacientes atendidos en la Unidad Asistencial de Drogodependencias (UAD) de Pontevedra. Este servicio atiende a usuarios procedentes de Barro, Campo Lameiro, Cerdedo, Cotobade, Forcarei, A Lama, Marín, Moraña, Poio, Ponte Caldelas, Pontevedra, Soutomaior y Vilaboa, concellos con una población general de 165.000 habitantes.
No obstante, el grueso de los casos proceden de tres municipios. Así, de los 290 inicios de tratamientos registrados el pasado año, 105 se corresponden a vecinos de Pontevedra, 16 a Marín, 13 a Poio y los restantes a los demás concellos a los que atiende la UAD.
Por sustancias, destaca la heroína (23,2% del total), pero se trata en realidad de “personas que se desplazan desde otros lugares de Galicia y que vienen con un tratamiento de metadona”, indicó la concejala responsable de Benestar Social, Margarita Castejón, al presentar la memoria 2008 de la UAD.
La sustancia de abuso más presente en los casos de nuevos historiales (el 23,2%, un porcentaje idéntico a los viejos casos de heroína) es el cannabis, seguida de la cocaína (un 20,5% de las incorporaciones) y del alcohol.
A mayores se registraron 15 nuevos casos por combinación de heroína y cocaína (8,1% del total), 3 nuevos historiales por tabaco y porcentajes anecdóticos de otras drogas como un paciente por abuso de benzodiacepinas y ni un solo historial por sustancias como éxtasis.
Si se atiende al sexo, ocho de cada diez nuevos casos (el 81% del total) se corresponde a varones y el 19% a mujeres, mientras que por franjas de edad el grueso de los pacientes (128) cuenta entre 26 y 45 años.
Así, la media de edad se sitúa en casi 33 años, mientras que los mejores de 25 años fueron 45 pacientes y 12 con más de 50 años.
Este registro supone un rejuvenecimiento de los usuarios, que deriva en realidad de la menor edad de los consumidores de cannabis, la mayoría menores de 30 años.
Este incremento de las asistencias por cannabis responde fundamentalmente al programa “Alternativa” (que motivó un sensible aumento de los tratamientos a partir de la segunda mitad de 2008) mientras que se consolida la tendencia de la cocaína como la droga que progresivamente sustituye a la heroína.
Los registros de la Subdirección Xeral de Saúde Mental constatan como en 2003 se produjo el gran punto de inflexión en la comunidad. Hasta entonces los nuevos historiales por abuso de heroína iban en aumento y en ese momento declinaron para ser sustituídos por la cocaína.
Este cambio en el perfil (un aumento del cannabis y la cocaína en detrimento de la heroína) trae aparejadas otras modificaciones. La principal es la denominada “patología dual”, es decir la coexistencia de una enfermedad mental y la drogodependencia.
Y es que si la heroína producía un gravísimo deterioro físico, la cocaína se asocia casi indefectiblemente a casos de psicosis y también el cannabis se relaciona con la enfermedad mental, ya que se considera cada vez más un “disparador” de dolencias como la esquizofrenia en la adolescencia, amén de una droga-puerta para otros consumos más peligrosos.
También se produce, a la inversa, el llamado “efecto medicamento”: personas con trastornos mentales recurren a las drogas para intentar paliar su enfermedad.
El jefe del servicio de Drogodependencias, Carlos Martín, apuntó en la presentación de la memoria que “hay una fusión cada vez más patente, es la llamada patología dual, la coexistencia de trastornos mentales con las drogas. Hace 25 años no era así, aunque existía comorbilidad la mayoría eran normales, hoy en día es al revés, los normales son la excepción, la inmensa mayoría tiene trastornos mentales por sustancias o a la inversa”.
Es de hecho el principal argumento que esgrimen los profesionales para demandar que estos servicios de atención a drogodependientes pasen a depender de la red de Salud Mental del Servicio Galego de Saúde (Sergas).
A mayores de programas de atención a drogodependientes, la UAD de Pontevedra ofrece otras alternativas como vacunaciones de hepatitis B o de gripe (durante el pasado año se administraron 200 dosis) a grupos de riesgo.