Las «raves» son unas fiestas ilegales que aprovechan las infraestructuras abandonadas o lejos de la civilización para montar un espectáculo de más de 12 horas seguidas de música electrónica, sin molestar a los demás y proponiendo una alternativa a las discotecas. Siempre ven el amanecer y existe el tópico de que allí se consume excesiva droga.
Importadas de Londres, en el último lustro han adquirido una gran importancia en España, principalmente en Barcelona y Madrid. Una casa o nave abandonada en mitad del campo, un bosque lejos de las autoridades o un túnel han sido, y siguen siendo, los lugares elegidos para preparar estas fiestas ilegales que son baratas, duraderas, difíciles de localizar y, musicalmente hablando, diferentes.
Por ejemplo, el sonido «dubstep», que ahora triunfa en los festivales de España, lleva años incrustado en el movimiento «rave». «Hard-tek» (una variable acelerada que no te permite descansar), «psy-trance», «drum&bass», techno, minimal y un poco de reggae fusionado con electrónica, para el cierre, suelen redundar en este ambiente por el que predominan, por estética, los llamados «perroflautas».
Respecto a las drogas, que no todos consumen, es habitual encontrar el Speed (una variable de la anfetamina), el MDMA, las pastillas (cuyo corte siempre es desconocido), las setas alucinógenas y los tripis. La cocaína, en cambio, mucho más extendida dentro del consumo general, no se suele «pillar» en estas fiestas que acaban con tintes de bacanal.
Madrid, un paraíso de «raves»
- «El Monasterio» es la «rave» más mítica de la Comunidad. Lleva una década situada en Perales del Río (Getafe), en un monasterio abandonado que se encuentra tras recorrer varios kilómetros entre asfalto y tierra. Su espacio está compuesto por varias salas cubiertas, para el invierno, y un diáfano espacio exterior aprovechable con el buen tiempo.
- La «rave 13Kalles» se ha caracterizado por impulsar el sonido «drum&bass» en Aranjuez y por ser de esas «raves» en las que se cobra, algo incoherente atendiendo a la filosofía original. En el Campo de Criptana, y después de andar varios kilómetros desde el centro de Aranjuez, se llega una casa semiderruida en el que la gente disfruta del mismo menú: largas horas de fiesta con electrónica.
- En Patones, una localidad situada en la Sierra Norte de la Comunidad, se hace, cada mucho tiempo, una «rave» muy especial. Suele durar varios días por la lejanía y siempre incluye el «psy-trance» entre sus sonidos.
- En el túnel de Boadilla se organiza la fiesta más popular de las «raves» menos puras. Conocida como «Rave del túnel», ha sido impulsada por el colectivo RDT (Rave del túnel) y congrega a un público más joven y menos marginal. En la carretera M-501 y M-40, en La Vegilla, el sonido mínimal y techno se combina con gente «chick» que quiere probar novedades.
- «El Matadero» de Rivas es otra «rave» muy conocida por los madrileños. Presenta la gran ventaja de estar conectada por metro, en la estación Rivas Urbanizaciones. A pocos minutos de la capital, se ha hecho habitual celebrar cada Halloween allí.
- Lo mismo sucede con la «rave» de Cuatro Vientos, situada en un bosque cercano al metro en el que es muy habitual ver los potentes equipos de sonido.