‘T-Drogues’, la campaña sacada de contexto que pone de manifiesto la importancia de las acciones de reducción de riesgos.
Hace tres años que la Federación de Casales de Jóvenes de Cataluña lanzó una campaña dirigida a jóvenes mayores de edad consumidores de cocaína, con el objetivo de minimizar los riesgos y daños en el consumo de esta sustancia. Hasta ahora, los materiales no se habían dado a conocer al público en general, pero hace unos días la difusión de una de las tarjetas de este material fue expuesta en redes sociales y sacada de contexto.
La tarjeta informativa, que emula a la del transporte público, tiene impresa indicaciones y consejos básicos sobre cómo realizar un consumo minimizando riesgos y daños: “cambiar de tanto en tanto de fosa nasal” o “limpiarse la nariz con agua tibia o suero”, son algunos de ellos. La campaña contó con la supervisión de Energy Control, un programa pionero de intervención desde la reducción de riesgos en el ámbito de los consumos recreativos de drogas de la Asociación Bienestar y Desarrollo.
Desde el primer momento, el público objetivo de estos materiales fue el de personas que ya habían iniciado su consumo, nunca la población en general. Y este hecho lo avala que durante los tres años que lleva funcionando, no había salido de su foco. Sin embargo, varias voces que han conocido estos materiales a través de redes sociales han tildado esta campaña como incitadora del consumo. En un comunicado, Energy Control apunta que “los materiales de reducción de riesgos y daños siempre van dirigidos a las personas que utilizan sustancias psicoactivas y se distribuyen en lugares donde estos se pueden encontrar. Estos sitios, además, suelen ser espacios donde el consumo se produce. En ningún caso se puede considerar que los mensajes de reducción de riesgos induzcan al consumo, ya que se dirigen exclusivamente a personas que ya están consumiendo”.
La entidad también remarca que: “La reducción de riesgos en el consumo de drogas tiene como objetivo principal minimizar los efectos negativos o las posibles consecuencias perjudiciales asociadas al consumo de estas. Esta práctica implica identificar, evaluar y gestionar los factores de riesgo para prevenir o reducir al mínimo los potenciales daños”.
Con esta polémica se ha puesto de manifiesto lo peligroso que es sacar de contexto los mensajes y campañas de este tipo, y especialmente exponerlas en redes sociales, ya que en unos minutos se puede poner en riesgo el trabajo de años de personas expertas en la materia. Además, generan debates que no ayudan a la hora de acercarse a las personas consumidoras, por las connotaciones y prejuicios que pueden salir a la luz.
Como explica Otger Amatller, psicólogo especialista en prevención y atención en el consumo de drogas, esta polémica generada por la difusión de la campaña en los canales que no toca, puede crear una alarma social que desacredita las campañas de prevención de riesgos y puede provocar que se deje de invertir. “Necesitamos campañas de todo tipo, cada una dirigida a un colectivo diferente en concreto: las personas que comienzan a consumir, las que ya tienen un problema o las que todavía no han iniciado el consumo, para reforzar esta abstinencia. Todas son necesarias”. Amatller también recalca que este tipo de campañas también generan un vínculo de las personas consumidoras con las entidades para que, en el caso de querer dejarlo, sepan dónde tienen que acudir.