El Tusi, un polvo rosado con aroma dulce, ha emergido como una droga popular en la escena festiva de América Latina. En Perú, desde 2021, Proyecto Soma ha sido testigo del creciente uso de esta mezcla en festivales y fiestas pequeñas en Lima. Aunque su nombre puede recordar a la sustancia psicodélica 2-CB, el Tusi es un cóctel de varias sustancias teñidas de rosa brillante, cuya composición varía dependiendo del proveedor, la región y el año. Esta falta de estandarización dificulta su análisis y la reducción de daños, ya que las personas usuarias pueden estar consumiendo un producto completamente diferente a lo que esperan.

Proyecto Soma, una organización enfocada en la reducción de daños y el análisis del mercado de drogas, ha seguido la evolución del Tusi a lo largo de los años. Inicialmente, consistía en una mezcla de MDMA y ketamina. Sin embargo, en la actualidad, los análisis han revelado la presencia de otras sustancias como MDA, catinonas y, en algunos casos, cocaína, lo que aumenta considerablemente los riesgos para quienes lo consumen.

El cambio en la composición del Tusi no solo afecta los efectos, sino que también incrementa el peligro al estar inhalando una mezcla diferente a la percibida. Este fenómeno ha obligado a los equipos de control de drogas a actualizar constantemente sus métodos de análisis. Durante su participación en el festival Estereopicnic en Colombia, detectaron incluso benzodiazepinas y viagra en algunas muestras de Tusi, lo que muestra la complejidad y variabilidad de los componentes de esta sustancia.

De las muestras de Tusi analizadas por Proyecto Soma entre 2021 y 2024, solo el 27% contenía la combinación esperada de MDMA y ketamina. Este alto grado de incertidumbre subraya la importancia crítica de contar con mejores herramientas de análisis para reducir los daños. Actualmente, el uso del Tusi sigue aumentando, situándose en el segundo lugar entre las drogas más analizadas, empatado con la cocaína. Esta situación expone a las personas usuarias a riesgos potencialmente letales, ya que muchas desconocen el contenido exacto de lo que están consumiendo.

La labor de control de drogas en festivales y eventos sigue siendo un reto, ya que las herramientas como los kits de reactivos colorimétricos, aunque útiles, no son suficientes para detectar todas las sustancias presentes en el Tusi. Proyecto Soma aboga por la necesidad de contar con tecnologías más avanzadas, como la espectroscopía infrarroja o el espectrómetro de masas, que permitirían análisis más precisos. No obstante, el alto costo de esta tecnología, sumado a la falta de financiamiento público para el control de sustancias, hace que estas herramientas sean inaccesibles.

En un contexto en el que el consumo de sustancias sigue existiendo, la verdadera amenaza no radica en la sustancia en sí, sino en la falta de información sobre su contenido y efectos. Proyecto Soma busca empoderar a las personas con información precisa para que tomen decisiones seguras y bien informadas sobre su consumo de drogas, ya que, con el Tusi y su constante evolución, el acceso a datos fiables es más crucial que nunca para minimizar riesgos y salvar vidas.

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