La cocaína es la segunda droga ilegal más consumida en la Unión Europea y en España, después del cannabis. Sigue la tendencia creciente en toda Europa, aunque en los países de mayor consumo, como Reino Unido y España, parece que se estabiliza.Entre nuestra población escolar, el consumo de cocaína ha descendido más de 3 puntos en sólo dos años. En 2006, el 4,1% de los escolares de 14 a 18 años había consumido cocaína alguna vez en los últimos 12 meses, frente al 7,2% de 2004. Al igual que en el resto de Europa, en España el consumo se concentra sobre todo en los jóvenes de 15 a 34 años, perfectamente integrados en la sociedad y que han incorporado la cocaína como instrumento de socialización y para un aumento de la duración e intensidad de la diversión en su tiempo de ocio.
Según la última Encuesta Domiciliaria 2007-2008, el 2,9 por 100 de los jóvenes de 15 a 34 años ha consumido cocaína en los últimos 30 días, frente al 1,6 de la población adulta. Los datos revelan una estabilización del consumo de cocaína en este sector de la población, aunque el consumo aumenta con la edad.
Deshaciendo mitos
El informe, elaborado por la Comisión Clínica del Plan Nacional sobre Drogas, trata de desmitificar esta droga. Y como señaló el Secretario General de Sanidad, Dr. Martínez Olmos, es un «apoyo crítico frente a la falsa idea reinante de que con la cocaína no pasa nada». También es interés del Ministerio de Sanidad dar más información basada en la evidencia científica a los ciudadanos y profesionales. Porque debe saberse que «el consumo de cocaína trae serias consecuencias y a veces, puede matar». Una de las principales conclusiones del Informe es que la cocaína es sumamente adictiva hasta el punto de que el 4 por 100 de los consumidores desarrolla la adicción a los 12 meses de haber empezado a consumirla. Y prueba de ello es que la cocaína es la droga en la que más ha aumentado la demanda de tratamientos en todo el mundo: en 2005 representaba el 8% del total de los tratamientos, frente al 3% en 1997.
En España, en urgencias, es la droga más mencionada en la historia clínica por reacción aguda a sustancias psicoactivas (63,4% del total), También es la droga que más demandas de tratamientos genera en este momento (46,9%). Asimismo, ocupa el primer puesto en demandas de tratamiento entre pacientes que solicitan ayuda médica por primera vez en la vida (62,1%).
Daños en el organismo
El corazón y el cerebro son los órganos más dañados por el consumo de cocaína. Y son daños que pueden producirse por consumo crónico o agudo en personas susceptibles. Por ejemplo, puede provocar crisis epilépticas, que se presentan entre el 2% y el 8% de los consumidores que acuden a urgencias, infartos y hemorragias cerebrales, miocardiopatía dilatada, arritmias e isquemia miocárdica. Diferentes estudios muestran que el riesgo de infarto de miocardio es 24 veces superior al normal durante una hora tras el consumo de esta droga.
La cefalea es la complicación más frecuente. Se da entre un 60% y un 70% de los cocainómanos y representa el 12% del motivo de las consultas relacionadas con cocaína. La cefalea se relaciona con el perfil temporal de la acción vascular de la droga: se presenta inmediatamente tras la administración o aparece en fase de abstinencia.
El informe también aborda las complicaciones psiquiátricas frecuentes entre los consumidores, entre las que destacan la esquizofrenia paranoide. La paranoia inducida por cocaína puede llegar a afectar a la mitad de los consumidores dependientes, al cabo de los tres años de consumo regular. Otros problemas psiquiátricos y del comportamiento presentes entre los cocainómanos son los trastornos delirantes, los trastornos del estado de ánimo y las crisis de pánico.
Mezcla con el alcohol
Por ultimo, el consumo de cocaína mezclada con alcohol aumenta el riesgo cardiovascular, la agresividad y los comportamientos violentos. Si se consume durante la intoxicación alcohólica, produce una falsa sensación de sobriedad que puede dar lugar a conductas de riesgo.
La vacuna
Aunque no hay actualmente ningún fármaco capaz de anular la adicción, si se dispone en fase experimental de una sustancia que impide que la cocaína llegue al cerebro y por tanto que haga su efecto. En el mes de Marzo de 2007, cuando se iniciaban los estudios sobre ella, recogimos en estas paginas la opinión del Dr. Pérez de los Cobos, del Hospital de la Santa Creu y San Pau de Barcelona, que estaba investigando esta cuestión. En síntesis, nos comentó que no se trata de una vacuna propiamente dicha, aunque es verdad que en términos periodísticos puede entenderse mejor. De lo que se trata es de darle al individuo una sustancia para que genere unos anticuerpos determinados que se unan a la molécula de cocaína. Forman entonces una molécula lo suficientemente grande como para que no pueda traspasar la barrera encefálica y así la droga no llega al cerebro. Lo que se hace es estimular al sistema inmune del propio organismo. Como la droga, independientemente de la vía de administración, llega al cerebro a través de la sangre, la «vacuna» podrá actuar en todos los casos. Es importante señalar que solo puede ser útil en aquellas personas que tengan una fuerte motivación para alejarse de la droga, de manera que la voluntad del adicto sigue siendo el punto básico del tratamiento.
Evitar los efectos
Al no llegar la droga al cerebro, no produce sensación placentera, no provoca ningún efecto, que es el principal motivo de la adicción. El deseo y la motivación para consumir va desapareciendo. El individuo no siente nada, es como si no tomara nada. Por eso se administrará a individuos que están en una estabilidad clínica, y con una voluntad clara de abandonar la adicción. El paciente tipo para los ensayos, seria un individuo con voluntad clara de dejar la cocaína, que está ya clínicamente estable y al que la vacuna le va a servir para que si flaquea en un momento determinado, si cae en la tentación de un nuevo consumo, compruebe que no le hace el mas mínimo efecto.
En Estados Unidos ya se esta pidiendo que se aplique a gente muy joven que por su sistema de vida esta en riesgo de pasar a consumir cocaína o que han hecho consumo ya de otras sustancias y pueden llegar a la adicción. Pero hay sectores que se niegan, porque se discute si es ético dar un tratamiento a gente sana. Mientras no haya un diagnóstico, no se debe aplicar el tratamiento, dicen. Sería como poner la tirita antes de la herida. Por otra parte, la voluntad del individuo es la que debe primar. Porque si un individuo no quiere alejarse de la cocaína, la «vacuna» será inútil.