A la vista de los resultados es una realidad que la guerra contra las drogas en el  mundo es un completo y absoluto fracaso, el coste de la represión del narcotráfico y el coste humano que los países han pagado y están pagando no se han visto compensados con una disminución del consumo y trafico sino, por el contrario, que año tras año se ha agravado. Recientemente la Declaración de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia así lo ha reconocido, esa Comisión, liderada por los ex presidentes César Gaviria, de Colombia; Ernesto Zedillo, de México, y Fernando Enrique Cardoso, de Brasil, ha venido realizando un juicioso trabajo de consulta y reflexión en países de América Latina sobre el problema de las drogas ilícitas. Los 17 integrantes de la Comisión están por encima de cualquier sospecha y tienen la autoridad moral e intelectual suficiente para ser una voz respetable y respetada cuando se trata de debatir ese problema y sus soluciones. Además, esa Comisión es un foro absolutamente independiente, no ligado a intereses políticos, económicos o burocráticos de ninguna índole y sólo busca contribuir a disminuir el tamaño del problema y sus nefastas consecuencias. En Estados Unidos la Oficina de Rendición de Cuentas (GAO) ha reconocido el fracaso de la actual política de drogas. En 50 estados están plantando y recogiendo cannabis, tanto es así que EEUU se ha convertido en el primer productor mundial, produce anualmente unos 35.800 millones de dólares de marihuana, un 25% de la producción mundial.

Rodrigo Uprimny (Director del Centro de Estudios Dejusticia (www.dejusticia.org) y profesor de la Universidad Nacional). en su articulo “Drogas y sentido común” analiza el tema y  hace hincapié en la distinción, defendida por varios analistas, como Louk Hulsmann o Ethan Nadelman, entre los “problemas primarios” ocasionados por el consumo de una sustancia psicoactiva y los “problemas secundarios”, derivados de las políticas de control, que los Estados hayan adoptado frente a esa sustancia. Con un  ejemplo ilustra esa diferencia: una cirrosis por un consumo excesivo de alcohol o un cáncer por cigarrillo son “problemas primarios” pues derivan del abuso mismo de estas sustancias. En cambio, la violencia de las mafias que controlan la producción y distribución de la cocaína o la contaminación por sida de los consumidores de heroína que comparten jeringas son “problemas secundarios”, pues derivan de la criminalización de la producción y consumo de esas drogas. Dice en su articulo: esta distinción es elemental pero de enorme importancia, pues muestra que no son sólo las drogas las que pueden ocasionar daños; también las políticas destinadas a controlar el consumo de esas sustancias psicoactivas tienen costos y pueden ser muy dañinas para la sociedad y para los propios consumidores. Por ejemplo, si no hubiera prohibición, no habría organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas, por lo cual es claro que el narcotráfico, que es un problema gravísimo en nuestras sociedades, es sin embargo un “problema secundario” en el campo de las drogas, pues deriva del prohibicionismo como política de control frente a ciertas sustancias psicoactivas. En esas circunstancias, una política que pretenda erradicar el consumo de las drogas a toda costa es irrazonable, pues aunque logre reducir algunos “problemas primarios” de abuso de ciertas sustancias, puede en cambio incrementar desproporcionadamente los “problemas secundarios”.

Queda muy claro que  a los países Abanderados por Estados Unidos solo les preocupan les efectos primarios porqué con el empecinamiento de seguir con la equivoca política de prohibición el narcotráfico se ha convertido con el paso de los años (casi cien) en un de los mejores y más prósperos negocios del mundo.

Desgraciadamente, como casi todo en este mundo, lo que impera, lo que manda, es el poder económico y al paso que vamos, si nadie lo remedia, el  narcotráfico será el futuro gobernador de nuestro mundo.

Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), apoyan y promocionan la globalización y con ella el narcotráfico se ha convertido en un comercio que pone en circulación enormes cantidades de capitales, utiliza una fuerza de trabajo importante, medios de transporte, la corrupción y todas las formas de presión y de influencia. La globalización ha internacionalizado el narcotráfico poniendo en contacto a todas las mafias y organizaciones criminales de todo el mundo y los paraísos fiscales aseguran la impunidad y el blanqueo de dinero negro del crimen organizado, del narcotráfico, del terrorismo, del tráfico de armas, del tráfico de personas y de la corrupción en general.

O sea que la tan famosa globalización solo beneficia al mundo occidental y a los narcotraficantes. El dinero negro procedente del narcotráfico se blanquea gracias a los numerosos paraísos fiscales, que también usan las grandes multinacionales, y su dinero unas vez blanqueado desequilibra la economía al efectuar inversiones, con el dinero blanqueado, y en las inversiones y decisiones macroeconómicas. Ya desequilibró el mercado inmobiliario, la famosa burbuja inmobiliaria, ya reventada, se debió en gran parte a la inversión de dinero blanqueado del narcotráfico en bienes inmuebles, fincas y terrenos. Desequilibra, también, a la sociedad al aumentar la criminalidad y el deterioro del Estado de Derecho.

Si los países usaran tan solo el sentido común, que como muy bien dicen es el menos común de los sentidos, deberían darse cuenta que una política que comenzó hace 97 años y  que va acumulando fracasos año tras año, acrecentando exponencialmente el consumo y trafico de drogas,  necesita con urgencia su abolición y buscar una alternativa  más humana y efectiva que erradique de una vez por todas la gran lacra del narcotráfico antes de que se apodere de la economía mundial y sea realmente una efectiva protección de la Salud Publica.

Firmado: Joan Manuel Riera Casany
Voluntario social