Nuevos consumos…

“Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido…”.
Ernesto Sábato

Uno de los juguetes favoritos de Juan, de casi tres años de edad, es una pequeña tableta electrónica. Para la madre de este niño las aplicaciones de la tableta permiten que su hijo juegue con toda clase de objetos, como con un piano virtual. “Todos los juguetes se condensan en una pequeña pantalla”, dice la madre. Para la madre de Juan, las tabletas no representan un peligro, si se modera su utilización y se compensa con otro tipo de juegos. “Vivimos en una sociedad rodeada de pantallas. No creo que deba prohibirle jugar con ellas”, refiere la madre.

Los Pediatras nos enfrentamos ante un nuevo “consumo”: las tabletas electrónicas. Un consumo que trae todo tipo de consecuencias a edades cada vez más tempranas. El niño pasa horas al día frente a la tablet, solo, en silencio, interactuando con una pantalla, hablándole y gritándole a una pantalla. Lo importante para él pasa a ser su dedito y la pantalla.

Estamos así ante un niño que no socializa, que consume todo lo que le ofrece la tablet, que le genera un poder muy peligroso al ser él quien siempre deba ganar todos los juegos que realice. Asimismo ese niño no juega con otros niños, deja de vincularse desde la palabra, el afecto para con su entorno y va quedando cada vez más aislado de la realidad para fabricarse otra totalmente ficticia y absolutamente creíble para él y la mayor parte de las veces una realidad violenta.

Nuevamente los niños se enfrentan a lo mágico, a la instantaneidad, todo para él debe ser ahora y ya. La capacidad de espera, la tolerancia a la frustración como factores protectores esenciales a educar durante la infancia desaparecen. Y los adultos tienen un exceso de permisividad y de sobreprotección material de los hijos, que después deberán sobrevivir en una sociedad competitiva y frustrante, y así se está originando un choque que, en ocasiones, es difícil de digerir y que puede acarrear trastornos de personalidad en ellos.

De ahí, que los límites deben estar muy presentes desde el nacimiento para ayudar al niño a reforzar su personalidad, y conocer desde muy pequeño que no es omnipotente y que las frustraciones existen en la vida real.

Los límites tienen que estar muy claros desde muy pequeños, porque ponerlos en la adolescencia ya será tarde. Los niños, desde que nacen, tienen que aprender y diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, y que no tienen por qué tener todo aquello que desean y que existe una correlación entre un premio y un comportamiento adecuado.

El psicólogo infantil francés, Serge Tisseron, teme que las aplicaciones de las tabletas táctiles no transmitan correctamente la representación de un espacio tridimensional, etapa clave en el desarrollo de los niños menores de dos años. “Sabemos que los niños deben utilizar todos sus sentidos”, explica.

Durante los dos primeros años de vida, el cerebro triplica de tamaño, formando unas sinapsis que resultan del contacto entre el niño y los objetos que huele, muerde o tira. El uso excesivo de las nuevas tecnologías como tablets, smartphones y videojuegos llegan a producir estados psicológicos depresivos, estrés infantil, conductas obsesivo compulsivas, déficit de atención entre otros trastornos, lo que traerá aparejado en su adolescencia conductas de riesgo: lo mágico, el aislamiento de su grupo de pares, la violencia entre pares en una sociedad por demás violenta en la que tendrán que vivir y elaborar proyectos de vida como uno de los más importantes factores protectores. Lo mágico concebido para tapar “problemas” en su infancia y adolescencia será pues un gran factor de riesgo predisponiendo al consumo problemático de sustancias.

A pesar de la interactividad proporcionada por las tabletas táctiles, Tisseron asegura que esas nuevas tecnologías son limitadas en términos sensoriales, ya que el gusto y el olfato no son utilizados.

La analista de la tecnología de consumo estadounidense, Sarah Rotman, cuenta que a su hijo de dos años “le encanta pintar en el papel, pero ahora se frustra cuando los dibujos no se mueven. Y eso creo que se debe a la cultura persuasiva del video y de la animación”, señala. Para el pediatra estadounidense Ari Brown, el peligro de las tabletas es que no requieren el mismo esfuerzo intelectual que algunos juguetes tradicionales. “Ninguna aplicación electrónica puede ser capaz de restituir el dilema que supone encajar dos cubos de madera”, explica Brown.

Sería difícil cuestionar actualmente todo lo que Internet aporta en nuestras vidas, principalmente en cuestiones de comunicación; tan solo en los últimos 15 años pasamos de comprar música, libros y películas en tiendas, para hacerlo ahora en Internet.

La tecnología está envolviendo por completo a las nuevas generaciones, y dejando un poco rezagadas a las anteriores. Los que nacimos en la era análoga (previa a Internet), tenemos una visión un poco más completa sobre la comunicación, la interacción entre personas y sin duda el consumo de medios y las publicidades destinadas a consumir “todo” en una población de niñas, niños y adolescentes altamente vulnerables. Tan solo una persona de más de 25 años, sabe que en aquel entonces para enterarse de las noticias locales o del mundo se requería de un periódico impreso o de un noticiero de tv, y que el medio más inmediato era la radio, de ahí que en desastres naturales, guerras o eventos de gran magnitud, la gente pasaba gran parte de su tiempo al lado de un aparato de radio para enterarse de lo último.

Actualmente no es novedad ver que los jóvenes pasan menos tiempo frente a la TV o escuchando la radio, y el tiempo que han dejado de usar estos medios lo están pasando a internet y en especial a las redes sociales, con la posibilidad que siempre debe estar planteada del cyberbullying.

Para un adolescente menor de 17 años, un diario es un objeto casi obsoleto, que no tiene sentido en su vida, ya que está acostumbrado a que la información le llegue de forma inmediata por medio de Internet, y en el caso del diario las noticias son del día anterior lo cual en su esquema de consumo de medios es inadmisible.

Esta necesidad de inmediatez en el consumo de información, está provocando que los jóvenes confíen más en medios como Facebook, Twitter o Youtube, lo cual presenta un reto para quienes trabajamos en estos temas, y debemos formularnos estas preguntas: ¿Qué contenido están viendo en redes sociales? ¿Qué noticias les llegan y cómo les llegan? ¿En quién confían para recibir información?

Estas tres preguntas deberían responderlas tanto padres de familia, maestros y hasta los mismos gobiernos, ya que en unos años veremos a esas generaciones en la necesidad de involucrarse en la vida laboral, pero desde mi perspectiva si no se les guía de forma adecuada desde ahora, podrían llegar a la edad adulta con unos huecos muy grandes a nivel cultural y emocional, producto de lo que vieron o dejaron de ver cuando eran niños o adolescentes.

La Academia Americana de Pediatría publicó en 2011 un artículo donde expone desde el punto de vista médico los riesgos que corren los niños en las redes sociales, e invita de forma puntual a los padres y pediatras a guiarlos en esta actividad para prevenir situaciones como el bullying, sexting, acoso e incluso adicción a Internet.

Actualmente en cualquier parte del mundo los juguetes para mucho niños son dispositivos móviles que aprenden a utilizar de forma intuitiva: aplicaciones, tomar fotografías y visualizar vídeos, es tan natural para ellos deslizar sus dedos en las pantallas táctiles y ver a sus personajes favoritos, pero siguen siendo los adultos los responsables de guiarlos en el uso de la tecnología.

Algunos estudios han demostrado que mientras más televisión ven los niños en sus años de formación, son más propensos a tener problemas de atención y en el caso de las tablets resulta prácticamente lo mismo. Hace algunos años era un tema popular los efectos que la tecnología causaba a los niños y cómo esta afectaba a las relaciones interpersonales, ahora sabemos que no se trata sólo del acceso a la tecnología, sino al uso de ella.

Nuestros niños son nativos digitales, han nacido con tecnología y debiéramos aprender a utilizarla para nuestro beneficio, en vez de pensar ilusamente en que podremos aislarlos de ella. Hay investigaciones que señalan que un niño no debiera estar expuesto más de una hora y media diaria a pantallas, por lo tanto, debiera incluirse en esta lista todos los aparatos como televisores, PlayStation, Nintendo, PC, tablets y celulares.

Respecto a si las tablets son una buena herramienta educativa ésta debe utilizarse como una herramienta supervisada por el adulto, el que debe acompañar al niño y reforzar sus aciertos o corregir errores en el momento, magnificando los comentarios, adaptándolos a la edad del niño, al tipo de lenguaje o a su ritmo del aprendizaje. El uso excesivo de las nuevas tecnologías como tablets, smartphones y videojuegos, producen estados psicológicos depresivos, estrés infantil, conductas obsesivas compulsivas, déficit de atención, entre otros trastornos.

Por ello es recomendable tanto que los padres de familia y los educadores rescaten los juegos infantiles al aire libre, pasar más tiempo con ellos, recuperar la parte afectiva y social cara a cara, con el fin de no criar niños y adolescentes con trastornos psicológicos donde todo vale y lo mágico y violento están siempre presentes.

Datos recogidos a fines de 2011 entre 2.200 padres y niños, el 15% de los pequeños de entre tres y ocho años usa el iPad de sus papás y el 9% tiene su propio iPad. Según este estudio el 77% de los padres consultados cree que la experiencia de su niño con la tableta lo ayuda a aprender a resolver problemas y que es bueno para desarrollar un pensamiento creativo. Debemos trabajar junto a los padres para que reconozcan que su propio modo de usar los medios de comunicación puede tener un efecto adverso en sus hijos. Estimular el desarrollo intelectual y emocional de los niños desde bebés no pasa por sentarlos frente al televisor, el DVD, la tablet o la computadora y ponerle videos infantiles.