Nuevos aires parecen llegar para la cuestión de las drogas con la primavera y no es poca noticia que el Plan Nacional sobre drogas deje los cubículos del Ministerio del Interior para ubicarse en el Ministerio de Sanidad. Si la salud es el objetivo cuando de las drogas se trata, habrá que contemplar ésta en su más pleno significado y no olvidar que el derecho a la salud corresponde a los ciudadanos como no consumidores de drogas, pero también a los consumidores que no han perdido sus derechos de ciudadanía. Lo que importa, no son las drogas, sustancias que en sí no tienen más importancia que cualquier otro objeto que puede ser peligroso, sino las personas que por diferentes razones pueden llegar a situaciones problématicas por un mal uso de estas sustancias. Y son personas que, incluso cuando ya tiene dependencia, siguen con derechos como cualquier ciudadano.

Existen, por otra parte, corrientes normalizadoras que piden cada día con más urgencia superar tanto prohibicionismos dentro de una política y un compromiso social mas humano y más justo. Pero parece que asistimos también a no poca banalización del consumo de esas sustancias que llamamos drogas, sobre todo entre la población más joven, con unas consecuencias impredicibles a largo plazo. Son razones de más que invitan a retomar la cuestión de la prevención, tan manipulada en los discursos y tan poco atendida en la práctica, dentro de los diferentes ámbitos en los que su acción se puede desarrollar, entre los que aquí destacaría el universitario tanto porque en él abunda la población joven como por su poder de investigación y de formación de profesionales.

Hay que reconocer que en España se ha llevado a cabo un gran esfuerzo en la prevención de las drogodependencias, siendo los jóvenes un objetivo preferente. Sin embargo, la Universidad como institución no ha destacado por su compromiso preventivo, a pesar de su papel básico en la formación de los/las jóvenes universitarios. Otra cuestión es el esfuerzo que alumnos, profesores y profesionales con la universidad relacionados han hecho a título más personal que instucional para atender la cuestión de las drogas ( posgrados, asignaturas, seminarios, jornadas, etc), sin que falten servicios de orientación y apoyo al personal universitario con problemas relacionados con las drogas.

Faltan, sin embargo, estudios globales que ofrezcan una visión de conjunto tanto sobre la problemática de su consumo como de las actitividades preventivas y terapéuticas puestas en marcha en diferentes facultades. De todas formas, que no existan unos estudios más parciales y unos programas preventivos específicos, no quiere decir que no exista conciencia de esta problemática social y que la universidad no haya contribuido de forma fundamental tanto la acción preventiva como a la formación e investigación en este complejo fenómeno de las drogas, aspectos que pueden dar pistas de un problema real y de un posible compromiso de la universidad anye una cuestión que interesa a toda la sociedad.

En Madrid, por ejemplo, se realizó un estudio para conocer el patrón y características del consumo de alcohol entre los universitarios de derecho y de medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), así como el impacto de la campaña del Ayuntamiento de Madrid: «Beber no es vivir» (Gómez, Gómez, 2001). El 72,4% se define entonces como bebedores ocasionales y un 12,7% como habituales.Mayoritariamente, el patrón de consumo es de fin de semana, en lugares públicos. Se declaran más consumidores habituales los de derecho que los de medicina, pero el consumo en gramos de alcohol medio semanal es mayor en estos últimos.. El consumo en mujeres es muy inferior al de los varones, aunque el porcentaje relativo de bebedores excesivos en cada sexo es similar. El impacto de la campaña del Ayuntamiento de Madrid es escaso.

Un estudio realizado en la Universidad del País Vasco sobre el consumo de alcohol entre los universitarios (Zupiria, 1998) mostró que cerca del 10% de la población universitaria consideraba que no bebía nunca, cerca del 63% que bebía sólo en grandes celebraciones y fiestas y cerca del 27% que tenía costumbre de beber. E1 patrón de consumo aquí es de abstinencia semanal y consumo en fines de semana y fiestas. Es un consumo que suele darse en compañía de los amigos. Cerca de un 9% de la población bebió en exceso durante el fin de semana previo, más de la mitad de los cuales, sólo consumieron durante el fin de semana. En la facultad de Ciencias es donde se observa menor proporción de abstemios, mayor frecuencia de consumo, así como mayores cantidades consumidas y mayor porcentaje de sujetos que han consumido con mayor riesgo para la salud. Así mismo, es donde es más notoria la frecuencia de consumo el jueves. Por otra parte, es la facultad de Medicina y Odontología la de mayor proporción de abstemios, menor frecuencia de consumo y menor cantidad de consumo, así como menor porcentaje de sujetos que han consumido con mayorr riesgo para la salud.

Son muestras de la realidad de un consumo de drogas que, en este caso, tiene un sentido especial ya que los universitarios en un futuro próximo pueden ejercer una profunda influencia como colectivo profesional ejemplar, sin dejar de lado las consecuencias que pueda tener este consumo en su formación universitaria y en su desarrollo personal y profesional posterior.

No existe constancia, por otra parte, de la formación ofertada en los diferentes planes de estudio sobre la cuestión de las drogas en sus diferentes aspectos. Todo parece indicar a la vista de los programas que cada vez existen más asignaturas que contemplan la cuestión de las drogas, sin que falten investigaciones sobre este fenómeno social en diferentes áreas. De todas formas, queda mucho atrás la investigación de Ferrer y otros (1995) que ofertaba una visión global sobre la formación en las universidades españolas, tras revisar planes de estudio y recoger información de autoridades académicas, profesores y alumnos.

En esta investigación aparecía una cierta sensibilización en las autoridades académicas sobre la importancia de incluir contenidos sobre drogas dentro de los planes de estudio, inclusión ya realidad en diferentes ámbitos. Pero, aunque la prevención ocupaba en diversas carreras un lugar relevante y la educación para la salud se consideraba necesaria para los colectivos sin problemas, los contenidos en los planes de estudio resultaban bajos y se centraban en aspectos muy genéricos. El abordaje de estos temas se realizaba con temas sueltos y dispersos de acuerdo con el interés personal de algunos profesores. De todas formas, las autoridades académicas consideraban muy positivo que se les presenten propuestas concretas que faciliten la ampliación y mejora de la formación en el tema de las drogas.

Por lo que se refiere a los alumnos, un 58,1% manifiestaba no haber recibido formación específica alguna sobre el tema de las drogas, en general, porque tal materia no estaba incluida en el plan de estudios. En los que sí recibieron esta formación, esta se limitaba, en general, a un tema o más dentro de una asignatura(78,9%), un seminario(20,2%), la realización de trabajos(18, 3%) u otras actividades. Los estudiantes reconocían que los conocimientos adquiridos eran insuficientes y virtualmente todos estaban a favor de incorporar materias relativas a las drogas dentro de los planes de estudio de las diferentes carreras. Sólo una tercera parte opinaba que había podido contar con profesores especializados. Predominaba la clase magistral sobre otras formas de transmitir conocimientos, generalmente, centrados en aspectos básicos. Los propios alumnos sugerían alternativas como introducir materias obligatorias sobre drogas, aumentos de horas lectivas teóricas y prácticas, conseguir profesores especializados en el tema, entre otras.

De acuerdo con las respuestas de los docentes, «la mayor parte… dedican ya unas horas a impartir contenidos cobre las drogas», horas que consideraban suficientes. Los que no dedicaban horas al tema de las drogas, se justifican por la falta de tiempo, aunque consideraban necesario incluir esta temática en la formación. Según los profesores, como método general se utilizaba la clase magistral con algunas colaboraciones e intervenciones adicionales.

Como conclusión general de este estudio sobre la formación en drogas de los universitarios españoles, tras la valoración positiva de los esfuerzos realizados, se veía la necesidad de “potenciarla y ampliarla para que alcance la dimensión que sin duda merece», con los recursos humanos y materiales convenientes.

La universidad como institución debe comprender toda la complejidad del fenómeno de las drogas en su relación con los centros educativos así como la no menor complejidad de la intervención educativa, para situar en el lugar adecuado y de la forma adecuada no sólo la intervención de los agentes educativos escolares y extraescolares, dentro del proyecto educativo de cada centro, sino también para ofrecer en el marco de las diferentes disciplinas universitarias los recursos formativos más convenientes.

Se puede decir en este que la prevención sigue siendo una «asignatura pendiente», a pesar de la gravedad del problema y de las declaraciones de principios que continuamente se pueden oir, también en la universidad española. Por lo que urge un compromiso de la institución universitaria en su conjunto con un proyecto bien definido, donde se delimite su responsabilidad y se concreten sus planes de actuación tanto en la investigación y en la docencia como en la atención a los miembros de la comunidad universitaria, sin olvidar la atención la atención terapéutica a las personas que ya tengan problemas con diferentes sustancias.

La universidad debe ser la institución básica y de excelencia para contribuir al desarrollo humano comprometida con el acceso a la verdad y la difusión del saber. La universidad, además de tener responsabilidades culturales, docentes e investigadoras, tiene una indeclinable responsabilidad social, lo que existe que la cuestión de las drogas, hasta ahora basada en no poca tópicos y contradicciones, asuma el lugar que le corresponde, para desarrollar las actuaciones preventivas y terapéuticas que correspondan. Es una cuestión más de los derechos de las personas.


BIBLIOGRAFIA

· FERRER, X. Y OTROS(1994), La situación de la formación en drogodependenias en las Universidades Españolas. Barcelona (texto sin publicar).

· GÓMEZ, R., GÓMEZ, D.(2001), Valoración del consumo de alcohol en estudiantes de derecho y de medicina de la Universidad Complutense de Madrid, SEMERGEN 1 Vol.27, Nº 7, p. 339 – 347 . http://db.doyma.es/cgi-bin/wdbcgi.exe/doyma/mrevista.fulltext?pident=13017053

· ZUPIRIA, X.(2000), Consumo de alcohol en jóvenes de la Universidad del País Vasco. Bilbao, Publicaciones Universidad del País Vasco, 2000.

Firmado: Amando Vega Fuente

Universidad del País Vasco