He leído con atención el artículo «Recuperar lo social ante las drogas» del profesor de la Universidad del País Vasco, Amando Vega, que con sus mesuradas e irrefutables consideraciones certifica el actual y rotundo fracaso de la actual política prohibicionista y represiva referida a las drogas ilegales.
En uno de sus apartados dice: «La clave para disminuir el daño asociado al consumo de drogas, tanto para la persona como para la sociedad, es la educación, la formación de la persona para que sepa tomar decisiones inteligentes, que promuevan su desarrollo y su bienestar, y el del entorno en que vive.Por esto, llama la atención que ante el preocupante consumo de drogas entre la población más joven, se recurra a la policía para evitar el consumo y el tráfico en el entorno de los centros educativos y no se movilicen todos los recursos del sistema educativo para proveer a los alumnos de la capacidad necesaria para tomar decisiones saludables no sólo ante las drogas sino frente a las dificultades de la propia vida».
Indudablemente estoy de acuerdo con el en que la educación, la formación y también la información veraz e imparcial, que deben de transmitir todos los medios de comunicación, tienen que servir no solo para promover su desarrollo y su bienestar sino también para una eficaz prevención del consumo y, en su caso, para los que no quieran abandonar el consumo, que este sea un consumo responsable que no les lleve a una adicción incontrolada y que perjudico lo mínimo posible su salud. Para ello seria bueno en la educación de los jóvenes, desde temprana edad, añadir una asignatura o unas charlas periódicas de SALUD, ello no serviría solo para el tema de las drogas sino para otros problemas que les aquejan como son la bulimia y las anorexia, haciendo especial hincapié en que sepan distinguir en el uso y el abuso, ya que como todos sabemos el abuso en todos los ordenes y materias conlleva a la larga situaciones que afectan al bienestar y la salud.
También dice: «La complejidad del fenómeno de las drogas difícilmente se deja atrapar entre las redes de cualquier teoría o explicación, dada la variedad de elementos personales y sociales implicados en esta cuestión. Por lo que tampoco existen respuestas fáciles a dar a este fenómeno social, donde más que las sustancias, han de preocuparnos las personas que, por circunstancias varias, recurren a las drogas».
No puedo dejar de estar de acuerdo con el pero entre las «circunstancias varias» están y tienen una importancia capital las situaciones de riesgo, situaciones que en la familia, en la escuela y en el trabajo no se tienen, casi nunca, en cuenta.
Y para tenerlas en cuenta es bueno y necesario recordarlas:
Situaciones de riesgo
Personal:
• Edad.
• Baja autoestima.
• Inclinación de la juventud al riesgo y propensión a transgredir lo establecido y prohibido.
• Búsqueda de nuevas sensaciones.
• No aceptación de las normas sociales.
• No saber sobreponerse a las frustraciones.
• No saber soportar y vencer el estrés.
• No saber tomar decisiones y resolver problemas.
• Pertinencia a un grupo conflictivo.
• Consumo de amigos.
• Insatisfacción en la ocupación del tiempo libre.
• Mal comportamiento social.
• Equivocada escalera de valores.
• Malentendida información sobre las propiedades agradables y ventajosas de las drogas.
Familia:
• Falta de cohesión, afectividad, comunicación y equivoca educación.
• Desinterés y despreocupación de los padres en las motivaciones y anhelos de los hijos.
• Excesiva permisividad por comodidad de los padres.
• Consumo drogas en el ambiente familiar.
• Separación, divorcio o adulterio de los padres.
Escuela:
• Falta de integración escolar.
• Falta de aprovechamiento escolar.
• Fracaso escolar.
• Consumo de drogas en el medio escolar.
Trabajo:
• Falta de trabajo.
• Tiempo prolongado sin encontrar trabajo.
• Trabajo demasiado prolongado o exceso de trabajo (estrés).
• Falta de promoción laboral.
• Trabajos repetitivos.
• Trabajos a la intemperie o con masa frío o calor.
• Trabajos en lugares con contaminación o toxicidad.
• Trabajos solos, sin compañeros ni superiores.
• Traslado frecuente de puesto de trabajo.
• Proximidad y disponibilidad de substancias en el puesto de trabajo (camareros, personal sanitario, etc.)
• Puesto de trabajo (Relaciones públicas, vendedores, promotores, etc.)
• Conflictividad laboral o inestabilidad en el puesto de trabajo.
La coincidencia de dos o más elementos en la persona, en la familia, en la escuela o en el trabajo debería de alertar del peligro que tiene la persona de caer con facilidad en el mundo de las drogas, y consecuentemente aplicar los tratamientos y terapias necesarias para que esto no ocurra.
Dice también «Se entiende que el denominado «problema de las drogas» está cargado no sólo de contradicciones, de tópicos y de intereses ocultos sino también de injusticias, exclusiones y sufrimientos de todo tipo».
Por ello y ante el constante aumento del consumo, especialmente entre la juventud, y del narcotráfico debería de motivar un giro de 180 º en la política de drogas aboliendo la prohibición y el castigo y dirigiéndose a un efectivo control y vigilancia de la producción, distribución, venta y consumo de las drogas. Ya empieza a ser hora de cortar de una vez el gran negocio de los narcotraficantes, que son los primeros en no desear que se derogue la ley de prohibición y que además de muertes, asesinatos y sobornos son los responsables, con el blanqueo de su dinero negro, de muchas repercusiones negativas para los ciudadanos en el habito económico, sirva de ejemplo el incesante aumento del pecio del suelo y de los pisos. Y además debemos seguir apoyando, mejorando y potenciando los programas de reducción del riesgo y disminución de daños, a espacios de acogida, salas de venopunción higiénica, sobre todo en las prisiones, para evitar la propagación del VIH y la hepatitis, a programas de desintoxicación, a programas de acogida y seguimiento, a programas de reeducación y de reincorporación a la vida social y laboral, a dormitorios para los sin techo y a las investigaciones sobre el uso terapéutico de las drogas.