La noticia: «Una nueva y poderosa planta alucinógena mexicana de consumo libre y bajo precio está adquiriendo popularidad entre los jóvenes del sur de EEUU. Se trata de una variedad de la Salvia, perteneciente a la familia de la menta, que se perfila como una opción sustitutiva de la marihuana y que no es la que comúnmente se utiliza para cocinar». (DERF 13/05/2008)

A pesar de que hace seis años se están estudiando sus efectos aun no se ha llegado a ninguna conclusión de cuales son y que importancia tienen sobre el cuerpo humano.

A la ONU, a los gobiernos y a las organizaciones contra la droga se les ofrece con esta «nueva» droga, que ya utilizaban las sociedades prehispánicas, la oportunidad de ensayar nuevas políticas para regularizar su consumo, partiendo de la premisa de promover como primera medida el no consumo.

Como parece que ningún país controla su uso podrían partir de cero ensayando una política no prohibicionista ni punitiva que de tener éxito podría aplicarse paulatinamente a las demás drogas, para sustituir a la actual política prohibitiva. Como primera medida debería de analizarse exhaustivamente sus efectos y una vez conocidos ponerse en marcha.

Dicen que rectificar es de sabios y la ONU, los gobiernos y las organizaciones contra la droga, toda la sociedad en general, no conocen este acertado dicho popular.

El éxito de una política se mide por la consecución de sus objetivos, los objetivos de la actual lucha contra las drogas son la erradicación de su consumo y del narcotráfico. Pero los resultados son que año tras año han ido aumentando, certificando, también año tras año, el fracaso de la actual política prohibicionista, fracaso que pronto cumplirá un siglo si nos retrotraemos a la primera norma prohibicionista de 1912 en la Convención de la Haya.

Por desgracia en casi un siglo el entramado económico que se ha podido ir creando alrededor del narcotráfico, por no haber rectificado a tiempo, es casi inconmensurable, acrecentado exponencialmente en los últimos años por la aparición de los paraísos fiscales y la globalización, y su poder de soborno y corrupción es inmenso, alcanzando a las más altas esferas políticas y económicas. Esta es, sin duda alguna, la motivación de esta falta de reacción ante una política manifiestamente fracasada. Ya en sus comienzos la política prohibitiva tenía entre sus causas motivos económicos, y empieza a ser hora que la salud pública prevalezca ante los intereses económicos.

Ya sé que mi empecinamiento en propugnar una política antiprohibicionista, que va en contra de tan grandes poderes económicos, es como predicar en el desierto, pero cosas más difíciles se han conseguido, y si no persistimos en denunciar este enorme descalabro que ha ocasionado y ocasiona la actual política, nunca podremos hacer comprender a los responsables de ella que debe rectificar una política cuyo único y gran beneficiario es el narcotráfico, y que en lugar de proteger la salud publica lo que hace es empeorarla con el incesante aumento del consumo.

Deben de comprender que la distribución de algo tan peligroso como las drogas no puede estar en manos de criminales y que es una barbaridad de que se consuman sin ningún control de calidad, y más aun cuando los que las manipulan y cortan son normalmente gente sin escrúpulos.

Después de casi un siglo ya empieza a ser hora de ensayar otras políticas más humanas y, sobre todo, más efectivas, que la actual y fracasada ley de prohibición.

Firmado: Joan Manuel Riera Casany
Voluntario social