Dos noticias de los últimos días, en relación con las drogas en España, merecen un momento de reflexión, especialmente en la mitad del verano. En primer lugar, el dato espeluznante de que el 0.9% del producto bruto mundial está relacionado con las drogas. En segundo lugar las diversas declaraciones recogidas en los medios con motivo del último foro acerca de este tema, organizado por el Ministerio de Sanidad.
En éstas se podía leer la voluntad de unos y otros por invertir esfuerzos de todo tipo en la mejora de este problema, que afecta a un porcentaje nada despreciable de la población española. Desde el Instituto sobre Drogas y Conductas Adictivas (IDYCA) de nuestra universidad hemos realizado análisis retrospectivos en diferentes ámbitos buscando las razones de los valores crecientes de consumo que se dan en España. Un denominador común a casi todos los hallazgos reside en la banalización del fenómeno por parte de los líderes de opinión (entre ellos podemos incluir políticos, medios de comunicación, responsables sociales e, incluso en ocasiones, responsables sanitarios, etc.).
Esta banalización considerada patrimonio de la progresía, se manifiesta de formas diversas. Las alusiones jocosas al consumo de drogas en determinadas series televisivas, los chistes al respecto, etc. que en todos nosotros provocan al menos una sonrisa. Los profesionales sanitarios que tratan a estos enfermos de adicción, especialmente a los adictos a sustancias químicas, no le ven gracia a la cosa.
La polémica generada por algún líder político regional acerca de la posibilidad de liberalizar la venta del cannabis, e incluso la propia existencia de un partido político con este nombre, aún está en la mente de los consumidores, que la usan como argumento para defender su consumo. El IDYCA desde su creación, ha planteado entre otras, una estrategia de prevención en escolares basada en la presentación de resultados científicos que muestran los daños, sobre todo cerebrales, que las distintas drogas de abuso provocan. Esta estrategia se basa en la iniciada por el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas norteamericano (NIDA, de sus siglas en inglés), con el que el IDYCA colabora, que plantea la adicción como una enfermedad crónica, recurrente y tratable. Por lo tanto, si la adicción es una enfermedad, el mensaje hacia la juventud es claro: nadie busca la enfermedad ni juega con ella. Lo simple de este mensaje es lo que lo convierte en complicado de transmitir, pues requiere de un cambio generalizado de actitud de toda la sociedad frente al problema de las drogas. Si queremos una sociedad libre de drogas, todos y cada uno de nosotros debe cambiar su actitud hacia ellas. No me refiero hacia el adicto, que es un sujeto enfermo, sino hacia las drogas en sí mismas, que en último caso son las que van a engordar el bolsillo de unos pocos (muy pocos), que, por supuesto, jamás se han planteado consumir la porquería que venden.
Se hacen campañas como la de la Generalitat Valenciana, en las que se llama a la tolerancia «cero» con los malos tratos, porque producen daño físico, psíquico y, por desgracia, muchas veces la muerte. Si la adicción también produce daño físico, psíquico y, en ocasiones, la muerte del adicto e incluso de personas de su entorno, nuestro nivel de tolerancia hacia ellas también debe tender a cero. El próximo noviembre en Valencia el IDYCA en colaboración con la Universidad San Pablo-CEU, el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, la Dirección General de Drogodependencias de la Generalitat Valenciana y otras instituciones de reconocido prestigio, organizan un Congreso Nacional en el que se pretende abordar estos y otros temas relacionados con la «Sociedad de Consumo ¿de Drogas?».
El verano es un tiempo en el que parece que todos y todo se van de vacaciones, incluida nuestra sensatez, nuestro sentido común, nuestra responsabilidad hacia nuestros hijos, etc. Si a esto le unimos que el desmelene de las series de televisión crece durante esta época y que el tiempo libre del que disponemos todos, incluidos los jóvenes y adolescentes, es mayor, tenemos todos los puntos para que el verano nos depare alguna sorpresa desagradable. Apliquemos tolerancia cero a las drogas e invirtamos un poco más en el diálogo y el tiempo con nuestros hijos que seguro que actuará como un excelente mecanismo preventivo contra las drogas, y probablemente nos divierta mucho más que cualquier culebrón de la televisión. Hace poco escuché a alguien citar a una persona sabia, la cual a la pregunta ¿qué cambiaría de su vida si volviera a vivir?, respondió: «Dedicaría más tiempo a las cosas importantes y menos a las cosas urgentes».
Firmado: Francisco Javier Romero
Vicerrector de Investigación de la Universidad Cardenal Herrera-CEU
Publicado en ABC el 30/07/2005