En 1990, 18 ciclistas belgas fallecieron de manera repentina por causas desconocidas, y las investigaciones realizadas no ofrecieron pistas al respecto. Aunque relativamente poco frecuentes, los casos de muertes súbitas en deportistas de alta competición han salpicado las portadas de la prensa deportiva. El cardiólogo Enrique Romero aseguró ayer en Laredo que detrás de muchos de estos fallecimientos, sin causas demostradas y descartadas todas las posibilidades de riesgo de enfermedades, se encuentra el consumo de sustancias prohibidas. «El dopaje en el deporte de competición es muy frecuente y se sabe menos del 10% de lo que está pasando, porque algunos deportistas prefieren morir antes que ocupar el segundo lugar», indicó.
En el seminario «Intervenciones para aumentar los beneficios y disminuir el riesgo del ejercicio físico y el deporte» Romero sostuvo que los avances en los controles antidopaje se quedan atrás respecto a las mejoras en los fraudes y las triquiñuelas que utilizan algunos deportistas y sus preparadores físicos. «Conocen todas las técnicas médicas para aumentar la capacidad de oxígeno o la resistencia en carrera», explica Romero, añadiendo que, con frecuencia, el deportista adquiere un papel de víctima y de «conejo de indias» al consumir las sustancias administradas por su preparador físico sin conocer realmente sus efectos secundarios.
Los anabolizantes figuran entre las sustancias prohibidas más peligrosas. Según el conferenciante, los deportistas, en pro de conseguir el triunfo, llegan a consumir cincuenta veces la dosis recomendada. Además, para contrarrestar sus efectos secundarios recurren a otro tipo de sustancias, lo que da lugar a «un cóctel explosivo y mortal». «Chicos de veintipocos años han muerto de manera repentina aunque sólo en algunos casos se puede demostrar la presencia de drogas», dijo.
A pesar de la trascendencia pública del dopaje, la mayor parte de las muertes súbitas tiene su origen en las condiciones físicas del deportista y en el riesgo de patologías cardiacas, enfermedades coronarias anómalas e infartos. Con el fin de conocer estos peligros y prevenirlos, Romero insiste en la importancia de los reconocimientos previos. Recomienda además utilizar el sentido común, no realizar excesos y adaptar el ejercicio a las limitaciones de cada persona.