Por enésima vez y como advierte la ciencia desde hace años no hay consumo de alcohol inocuo. Tampoco hay una manera segura de ingerirlo. Olvídate del «con moderación»: desde la perspectiva de la salud, solo existe el consumo con menor o mayor riesgo.
Desde la óptica cultural, en cambio, ciertos niveles gozan casi indiscutiblemente de buena aceptación social. La caña o la copa de vino, como premio después de cada jornada laboral, no solo no suele identificarse como un problema de alcoholismo sino que, en un país como España, donde el 60% de la población lo toma, cuestionarlo levanta ampollas. La ración diaria está tan arraigada que pocos se atreven a plantearse si su hábito puede desencadenar una adicción. ¿En qué momento se cruza la línea?