«Sí, sé lo que pone el aviso de mi paquete, «Fumar puede matar». ¿Que si me hace pensar? Simplemente no le hago caso», asegura Rocío. Tiene 16 años y es una de los 73.337 jóvenes fumadores (entre 14 y 29 años) que hay en la provincia de Almería. Entre todos se fuman millones de cajetillas en un año y no parece que la cantidad vaya a disminuir a base de atemorizarlos con fúnebres augurios escritos en las cajetillas. Al menos es lo que se desprende de la opinión unánime de los estanqueros, que aseguran que las ventas no se han visto afectadas en lo más mínimo.
«Como mucho algunos se preguntan si tendrán valor para seguir fumando con las cosas que provoca. Pero siguen», comenta Carmen, que lleva 33 años regentando un estanco. «Al principio se horrorizaban. Creo que lo que buscan es estropear la imagen de la cajetilla, que el consumo no se vea atractivo. Pero las ventas siguen siendo las mismas. ¿Cuántos avisos ha leído usted? Ni apetece leerlos. Se ignoran, como se hace con todo lo que molesta», apunta Enrique, estanquero desde 1986.
Tampoco ha tenido mucho éxito la prohibición de usar el término «light» para cigarrillos supuestamente menos nocivos. Algunos estanqueros indican que la gente todavía los sigue pidiendo bajo esa denominación. La variante, escasa pero cierta, son los casos en que los fumadores light piden según el color de la cajetilla (algo que no ha variado).
Unanimidad
Ni siquiera los no fumadores consideran efectivos los mensajes. «No sirven. Mi padre y mi hermano fuman y les da exactamente igual. Fuman porque están enganchados», lamenta Sergio, de 16 años. En el corro en el que cuatro jóvenes charlaban ayer a la salida del instituto él era el único que no tenía un cigarrillo en las manos. La edad media en la que los jóvenes comienzan a fumar está descendiendo. La encuesta «Los jóvenes andaluces ante las drogas» del pasado año (la del actual aún no se ha dado a conocer) ubica a Almería como la segunda provincia andaluza en cuanto a precocidad: la edad promedio de tomar el hábito es de 13,54 años. Sólo la supera Cádiz, con 13,44.
Entre los fumadores, los avisos indignan. «Repulsivos, horribles, que atacan al corazón -el que lo dice enseña su cajetilla que habla de la posible impotencia que puede originar el tabaco-, una aberración», son algunas de las respuestas. Pilar lleva meses sin probar un cigarrillo porque está embarazada. Y no piensa volver. Pero le parecen «de un mal gusto terrible».
Y se critica de forma implacable la hipocresía del Estado sobre el tema: «¿Si es tan malo por qué se vende con un sello oficial?». La respuesta no tiene nada que ver con la salud, sino con los enormes ingresos que obtienen las arcas públicas de la venta de labores de tabaco.
Y, al igual que todos coinciden en que de nada sirven los mensajes en las cajetillas «por más grandes que se pongan» o aunque se acompañen de fotografías de órganos atrofiados por la nicotina y el alquitrán, hay consenso general en que atacar al bolsillo es más efectivo. «Las subidas tienen un efecto inmediato. Bajan las ventas. Aunque luego se recuperan rápidamente», asegura Aurora, que en 25 años como estanquera ha visto ya muchas campañas.
Ataque y defensa
Ya el comisionado contra la droga de la Junta de Andalucía, Andrés Estrada, había asegurado hace tiempo, antes de que comenzara la campaña, que leyendas tan agresivas pueden obtener un efecto contraproducente, pues provocan rechazo en el público al que van dirigidas.
Un poco más optimista es José Manuel Rodríguez Rodríguez, coordinador del Programa de Atención para la Salud y responsable de Socorro y Emergencias de la Cruz Roja. Si bien la Cruz Roja Almería nunca ha dispuesto un programa para fumadores, la primera de las áreas que coordina Rodríguez se ha encargado de efectuar charlas de concienciación entre los estudiantes de muchas escuelas de Almería.
«Creo que la campaña tendrá un funcionamiento regular. Yo creo que la gente, aunque le estés diciendo las cosas claramente, cierra un poco los ojos. Es más: pienso que los fumadores ni lo leen», señala.
Cautela
La experiencia le ha enseñado a Rodríguez que la cautela es una buena arma. «Nosotros en nuestro programa nunca decimos que no se debe fumar. Simplemente se habla de los riesgos y de las virtudes de no hacerlo. Por ejemplo, estudiamos un poco la cajetilla de cigarrillos y vemos que no ponen toda la verdad. Sólo aparecen el alquitrán y la nicotina, pero hay cien aditivos más que no se mencionan. Así que ya desde ahí nos están engañando, y lo hacemos notar -explica-. En primer lugar hay que explicar las ventajas de no fumar, pero también explicar los problemas físicos que acarrea y la dependencia psicológica».
Con una visión más «exterior» que la de los fumadores, Rodríguez apunta que, a su parecer, la campaña no es «totalmente agresiva, y más sabiendo que el fumador probablemente no lo va a leer. Quizás va un poco por la prevención. Las personas que no fuman o que recién empiezan a fumar, pueden leer estas frases impactantes». Justamente, esas personas suelen ser los jóvenes, que según ha podido apreciar Rodríguez desde su trabajo diario «fuman bastante, pero menos de lo que quizás se piense. En los últimos tiempos he notado cómo varios chicos han dejado de fumar o están seguros de no querer fumar. Pero, en cambio, sí muchas chicas están fumando. Yo diría que 60%, quizás.
La última confrontación de Rodríguez con los fumadores la suscita la supuesta «hipocresía del Estado», que atemoriza a los fumadores pero se queda con buenos dividendos. «Es un poco un lavado de conciencia, cuando se está haciendo algo malo y sabes que no está bien. Pero yo veo correcto que se explique todo en las cajetillas», señala.
El consumo de tabaco se redujo un 1,25% durante el año pasado respecto al anterior. Sin embargo, apoyadas por las subidas de precio, las cifras del negocio aumentaron un 6,9%, según los datos de Altadis (antes Tabacalera), que es la comercializadora más importante.