El sueño americano lleva tiempo resquebrajándose. La acumulación de diversas crisis ha agrietado su percepción como tierra de las oportunidades. A la polarización ideológica agravada por la irrupción del trumpismo, el ensanchamiento acelerado de las clases pudientes respecto a las populares, el racismo endémico en ciertos órganos e instituciones, el goteo incesante de brutalidad policial y tiroteos masivos, y una covid-19 especialmente devastadora se suma, desde hace años, otro tipo de epidemia; más silenciosa y menos cacareada que la que nos afecta hoy en día a escala global. Una en la que no existe un interés unánime por erradicarla.
La oleada de adicción a los opiáceos que sacude suelo estadounidense se ha convertido desde principios de este siglo en una crisis de salud pública. Las cifras hablan solas: más de medio millón de muertes por sobredosis (equiparable a los muertos por la covid en la misma circunscripción geográfica). Sobre ello pone el foco Alex Gibney (Nueva York, 67 años) en El crimen del siglo (The Crime of the Century), documental estrenado este lunes en HBO. Dividido en dos partes, el filme está apoyado en una investigación de The Washington Post, en el que se pone en tela de juicio el comportamiento de varios actores (industria farmacéutica, boticarios, médicos, políticos…) para lucrarse con el sufrimiento y la tragedia que anega extensos territorios del país. “Los de [la empresa farmacéutica] Purdue Pharma fueron los que iniciaron la crisis de los opiáceos. Se dieron cuenta de que tenían entre manos una poderosa droga, oxicodona —dos veces más potente que la morfina—, y quisieron llevarla al mercado y ampliar sus usos. Hasta ese momento solo se recetaba este analgésico para tratamientos posoperatorios o para enfermos terminales. Pero cuando buscas ampliar la cobertura de esta en el mercado omitiendo sus efectos adictivos, y negando que ninguna dosis es demasiado alta, es cuando incentivas a la gente para que la use para dolores moderados. Lo que básicamente hicieron estas empresas es crear una demanda que ahora necesita ser cubierta”, declaraba este viernes Gibney al otro lado de la videollamada, desde Estados Unidos.
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