El autor opina sobre el uso de fármacos para enfermos de cáncer y otras dolencias crónicas(esclerosis múltiple, anorexia-caquexia…) y su relación con las razones argumentadas para excusar el consumo de cannabis, sobre las diferencias entre los conceptos fármaco/drogas/adicciones según las diferencias de uso y contexto, sobre el diferente trato a las sustancias, sobre la industria de la droga y el consumo y el  aprovecharse de lo que conviene de la ciencia, para el uso recreativo de la marihuana y la necesidad de  mencionar la diferencia entre uso de cannabis y uso en farmacoterapia de derivados del cannabis.

Es relativamente fácil hacer demagogia sobre las sustancias y su implicación en el fenómeno de las adicciones. También es sencillo apelar a sus efectos medicinales y farmacéuticos, especialmente para afectados por enfermedades que resultan muy complejas (por afectado pretendo contemplar al enfermo y su entorno: familia, pareja, amigos, compañeros de trabajo, etc). Lo que no puede consentirse es el uso interesado de medias verdades y la omisión de informaciones y datos concretos en otras ocasiones. En concreto, me gustaría poder analizar el curioso fenómeno que en España se presenta al contemplar el uso terapéutico del cannabis y su relación con el consumo social de sus derivados.

No voy a discutir la necesidad de utilizar los fármacos que sean necesarios para ayudar a combatir o afrontar una enfermedad, sobre todo aquellas que planteen molestias y dolores más o menos permanentes o crónicos. Puede ser realmente insoportable enfrentarse a una esclerosis múltiple o a un tratamiento por un cáncer sin apoyo farmacológico. Con lo que no estoy de acuerdo es con relacionar esa atención a través de medicamentos con el uso del cannabis. Por ejemplo, en Cataluña se está realizando un ensayo clínico con muy buenos resultados (aunque normalmente jamás se publica un ensayo clínico con malos resultados) utilizando un fármaco que se llama “Sativex” que contiene como principio activo sustancias cannabinoides. El problema es que cuando se habla de este ensayo de inmediato se asocia (en algunos casos incluso con imágenes explícitas en medios de información) con personas normalmente jóvenes fumando canutos. ¿Por qué?

La misma imagen no aparece con un antiguo conocido de los cuidados paliativos como los opiáceos (morfina y derivados). ¿Acaso cuando se ha hablado de las sedaciones o los enfermos de cáncer terminales se han mostrado imágenes de personas inyectándose heroína? No, porque los opiáceos (sobre todo la heroína) fuera de la medicina está socialmente estigmatizada y asociada al concepto ”yonki” desde los años 80, definición de “yonki” a la que ninguno de los usuarios del cannabis le gustaría estar asociado. Se habla de parches, de usos paliativos, de analgesia…No de drogas ni de consumos.

De hecho, no es correcto hablar de drogas cuando se menciona el uso médico de las sustancia. Ni siquiera se debería hablar de drogas cuando lo que se plantea es el trastorno adictivo de un grupo de personas. Porque es ahí donde se debería enfocar el problema: no en las sustancias que tienen un objetivo determinado en un contexto y un fin recreativo o adictivo en otro; sino en las personas que deciden que uso/abuso van a proporcionar a esta sustancia, en qué contexto, con qué rituales, por qué motivos y para tapar qué carencias personales y/o emocionales. Este es el problema, no la heroína, la cocaína o el cannabis.

De hecho, el uso “social” del cannabis se está habitualmente asociando a un supuesto consumidor joven que lo utiliza de forma más o menos experimental y que realiza el consumo en unos supuestos rituales grupales socialmente aceptados cuando no consentidos explícitamente por los supuestos adultos responsables. Es cierto que los datos muestran una cantidad muy elevada de jóvenes que consumen habitualmente cannabis (220.00 según la encuesta del Observatorio Español-2007), pero este porcentaje supone tan solo el 35 % de los consumidores detectados por esta encuesta. ¿Qué pasa con esos 380.000 consumidores mayores de 25 años? ¿Dónde está su consumo social? ¿Dónde está la experimentación?¿Cuál son las razones de un consumo tan extendido y aceptado en personas adultas? Escasamente se menciona que España, Dinamarca y Gran Bretaña se han situado como los principales países consumidores de cannabis en Europa y que dicha sustancia se sitúa como la   principal demanda de tratamiento por problemas con las adicciones y en las demandas se menciona como droga principal de uso  en Europa(OED, 2006).

Hay varios factores más socioeconómicos a tener en cuenta: parece evidente el conocido Síndrome Amotivacional que produce el consumo de cannabis en adolescentes y su relación con el absentismo escolar y el fracaso en los estudios. ¿Por qué no se realiza un análisis similar con los consumidores adultos y el absentismo laboral? ¿Cuál es el porcentaje de las bajas provocadas por el consumo en adultos en edad de trabajar?¿Cuál es el porcentaje de accidentes laborales correlacionados con el uso de cannabis en diferentes actividades profesionales (construcción, transporte, industria…) que requieren plena atención por parte de los trabajadores en muchas ocasiones?(Mayor, 2007).

¿Cuál es la correlación en las unidades de Salud Mental entre consumo de cannabis y trastornos de la personalidad? ¿Cuál son la contigüidad y contingencia entre atracones de cannabis en fases críticas y aparición de trastornos psicóticos? ¿Cuántos de los atendidos en unidades de ayuda para la adicción presentan alteraciones del ánimo sin diagnosticar y consumo de hachís o marihuana? ¿Cuál es la relación entre el consumo de cannabis y los accidentes de tráfico? Y no hablamos solo de muertos, se pueden estudiar los datos sobre lesionados graves en accidentes y las consecuencias que han tenido  (Fernández Mondéjar, 2005). Quizás estos datos no interesan y sí los relacionados con el uso del alcohol y la velocidad al volante. Puede ser que la pérdida de concentración, atención y reflejos sea tan peligrosa como la velocidad. Quizás prevenir es también trabajar en evitar todos estos problemas y no solamente el consumo de las sustancias.

Eso sí, estas preguntas no pueden demonizar la sustancia: el consumo de cannabis está documentado desde hace casi 4500 años en China, desde hace 3500 en la india, desde hace 2800 años en Persia, después en Grecia, Roma, Marco Polo, Baudelaire, Delacroix,..Incluso en novelas como “El conde de Montecristo” se explica el uso y los efectos (y creo que todos conocemos dicha novela y no consideramos al pobre Edmundo Dantés principalmente un drogadicto). O sea, su uso cultural y social está presente en diferentes civilizaciones y culturas desde el mismo tiempo que el alcohol y en contextos muy similares.

El problema con el cannabis llegó en su asociación con el movimiento hippy y contracultural y su uso combinado con otras sustancias e integrados en un determinado estilo de vida. Pero ese es el problema: la asociación de esta sustancia a una determinada cohorte social provoca su exclusión en un contexto y su uso exclusivo en otro.

De hecho, me parece un tanto contradictorio el uso supuestamente cultural del consumo actual de cannabis en un contexto social y económico tan diferente como el que nos encontramos en el principio del tercer Milenio en contraste con los movimientos revolucionarios y contraculturales de las décadas de los 60 y 70. Y que los argumentos para demonizar y prevenir dicho consumo sean propios de esa época ya tan lejana y distante en el tiempo y en la mentalidad de los actuales grupos sociales..
El problema (y me supongo que este debe ser mi problema) es que creo que esta opinión requiere un muy profundo análisis cultural y social, más en clave antropológica y  de Geografía humana que médico/epidemiológico y psicológico/psiquiátrico. Y al hablar de las drogas (sean cuales sean) al final parece que tenemos que hablar de Sanidad y no de conflicto social.

Quizás deberíamos preguntar los motivos personales y sociales a los consumidores, y no los sanitarios o de salud. Quizás deberíamos ayudar a desentrañar las excusas del consumo de cannabis actual. Quizás sería más sencillo que los consumidores pudieran hablar de carencias, de inseguridades, de presiones grupales, de paz artificial, de anestesia emocional, de complejos, de falta de apoyo familiar, de normas familiares y sociales…Igual la explicación más simple vuelve a ser la adecuada. Igual nuestra responsabilidad es ayudar a hablar del tema con claridad. Y, por favor, sin hipocresía.

Bibliografía

– Comisión deontológica nacional (2004) Ética y deontología para psicólogos. Ed COP.
– Comisión de Metodología y Evaluación de Projecte Home Balears(2008). El consumo de cannabis entre la población adulta: evaluación y necesidad de tratamiento. Madrid, Revista Proyecto, nº 65.
– European Monitoring Center for Drugs and Drug Addiction/EMCDDA(2006) Spain; new development, Trends and in-depth information on selected issues. EMCDDA, Plan Nacional sobre Drogas.
– Fernández Mondéjar, E.; Díaz Contreras, R.(2005) Accidentes de tráfico y consumo de drogas. Madrid, Revista Proyecto.
– Gamella, J (2003). El uso prolongado de cannabis. Pautas, tendencias, consecuencias. Madrid, Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.
– Mayor, L. I.(1997) Drogas en el medio laboral.
– Navarro, M & Rodríguez, F (1999) Estudio de la adicción; el cannabis como droga de abuso. Madrid, Revista Proyecto.
– Observatorio Español sobre Drogas (2007) Encuesta domiciliaria sobre alcohol y drogas en España (EDADES) 2005-2006. Ministerio de Sanidad y Consumo, Plan Nacional sobre Drogas.
– Observatorio Europeo de  las Drogas y las Toxicomanías (2006) Informe anual 2006: El problema de la drogodependencia en Europa. Luxemburgo, Oficina de Publicaciones Oficiales de la Comunidad Europea.
– Sampl, S& Kadden, R(2004). Terapia de  estimulación motivacional y cognitivo conductual para adolescentes adictos a la marihuana. Barcelona, ARS MEDICA.
– Varios autores(2007). Consenso de la Sociedad Española de Psiquiatría  sobre el consumo de. Cannabis. Barcelona, FEPSM.
– Drogas: realidades, mitos, efectos, tipos, riesgos, abuso, consumo, dependencias. PNSD
– Informe 2007 Observatorio Español sobre drogas