Cualquiera que se de un paseo por una ciudad estadounidense se sorprenderá al ver la cantidad de carteles que invitan a comprar derivados del cannabis, incluyendo THC delta-8, THC delta-10 y CBD (cannabidiol). Están por todas partes: en gasolineras, en tiendas de vapeo y, por supuesto, en Internet.

Ante su rápida proliferación, mucha gente se pregunta cuáles de estos compuestos son legales, si es seguro consumirlos y cuáles de sus supuestos beneficios medicinales resisten el escrutinio científico.

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