El fenómeno de la drogadicción afecta a jóvenes de edades cada vez más tempranas y no parece que las campañas de prevención ni las medidas policiales estén dando los frutos deseados. Según están demostrando los estudios que desde hace años vienen elaborando las autoridades sanitarias la edad crítica se está situando en torno a los 16 años. Informes como el de la asociación Patim correspondiente al año 2005 revelan que de los 311 casos que fueron atendidos en los centros de esta organización -291 hombres y 20 mujeres- 90 reconocieron haberse iniciado en el mundo de las drogas antes de esa edad adolescente, lo que supone casi uno de cada tres adictos.

Con todo, la mayoría -134 jóvenes- se inició entre los 16 y los 19 años, el segmento más peligroso, según todos los estudios. La cantidad de chicos que caen en las drogas va decayendo a medida que se hacen mayores, ya que entre los 20 y los 24 comenzaron a consumir 38 personas y 24 entre los 25 y los 29 años. Entre los 30 y los 34 y los 35 y 39 años sólo se hicieron adictos 12 jóvenes y en el segmento de población mayor de 40 años, sólo se contabiliza un adulto que decidió iniciarse en el consumo de estupefacientes.

Pero lo que más preocupa a los expertos de Patim es que los adolescentes caen en las drogas a edades cada vez más tempranas. Así, durante el año 2005, 11 menores de 16 años fueron atendidos, y 36 chicos de edades comprendidas entre 16 y 19.

Curiosamente, la mayor cantidad de personas que se pusieron en tratamiento el pasado año a través de Patim tenían entre 25 y 29 años -80 de los 311 atendidos-. Los estudiosos de este fenómenos están llegando a la conclusión de que la mayoría de los menores que acaban consumiendo sustancias estupefacientes suelen ser jóvenes perfectamente integrados, que comienzan de forma esporádica en los botellones o en los aparcamientos de los discotecas, generalmente influidos por algún amigo o conocido. Avala esta hipótesis que la inmensa mayoría -227 chicos- cursaban o habían cursado estudios de primaria o ESO mientras que otro importante número de ellos -64- provenían de la FP, BUP y otros. Llama poderosamente la atención que sólo 13 jóvenes de los 311 que fueron atendidos no tenían estudios de ningún tipo, lo que rompe el tradicional cliché de que el problema de las drogas sólo afecta a estratos marginales de la sociedad. El nivel de estudios y la edad de los jóvenes está relacionada con su situación laboral: 173 estaban en el paro, 108 en activo y 30 realizaban alguna prestación al Estado. Lo cual significa que el retraso de los jóvenes a la hora de incorporarse al mercado laboral puede influir en su predisposición a caer en la droga.

Los estudios revelan también que la favorita de los toxicómanos castellonenses sigue siendo la cocaína -detectada en 109 pacientes-, por encima de la heroína (91 casos) y el cannabis y sus derivados -76 personas se sometieron a tratamiento porconsumo de esta sustancia-. El alcohol se situó en el cuarto lugar, ya que sólo 11 personas solicitaron ayuda para deshabituarse a su adicción.

El consumo de benzodiacepinas, anfentaminas, alucinógenos y otros se encuentran a gran distancia, ya que en total estas drogas afectaron a 13 de los 311 tratados. Y otro dato revelador es que la inmensa mayoría de atendidos (303) eran españoles, frente a 8 extranjeros. Patim está ultimando los datos correspondientes a su informe del año 2006, que podría estar terminado en breve.