La unidad asistencial a drogodependencias de Cruz Roja atendió el año pasado a casi 500 personas, de las que los adictos a cocaína y benzodiacepinas son solo una pequeña parte. Sin embargo, la impresión de la psiquiatra Gabriela Klepsh es que cada vez son más. «El consumo de esas dos sustancias se ha disparado en el último año o año y medio», explica Klepsh.

Su percepción coincide con la que tienen los médicos de urgencias, ya sea del servicio del Hula o del PAC. La reciente agresión a un médico del hospital por parte de un paciente que exigía una receta de benzodiacepinas y al que días después la Policía identificó tanto en una farmacia de la capital como hasta dos veces en el PAC de Fingoi haciendo la misma reclamación puso en evidencia que se trata de una situación habitual.

Leer el artículo completo en elprogreso.es