ONUSIDA advierte que una crisis financiera global amenaza décadas de avances contra el VIH, a pesar de la resiliencia de las comunidades y la innovación. Según el Informe Global sobre el SIDA 2025, señala que, entre 2010 y 2024, las nuevas infecciones por VIH cayeron un 40% y las muertes relacionadas con el SIDA un 56%, gracias a la expansión de las pruebas y del tratamiento antirretroviral. A finales de 2024 había 40,8 millones de personas viviendo con VIH, de las cuales el 77% recibía tratamiento y el 73% tenía carga viral suprimida.
La suspensión abrupta de financiamiento internacional, especialmente del plan PEPFAR de Estados Unidos, ha provocado en 2025 una crisis en programas clave de tratamiento y prevención, particularmente en países de ingresos bajos y medios. ONUSIDA estima que, si no se recupera la financiación, podrían producirse 6 millones de nuevas infecciones y 4 millones de muertes adicionales para 2029.
El informe subraya que persisten desigualdades importantes. África subsahariana ha logrado los mayores avances, pero regiones como Europa del Este, Asia Central, Oriente Medio y Norte de África muestran aumentos de casos. La cobertura de servicios es desigual por género, edad y pertenencia a colectivos cono el de las personas trabajadoras sexuales, hombres que tienen sexo con hombres, personas trans, usuarias de sustancias inyectables y privadas de libertad. El estigma, la discriminación y la criminalización de estas poblaciones siguen siendo obstáculos graves, y en 2024 aumentó el número de países con leyes punitivas.
La organización destaca que la prevención del VIH está en una situación crítica. Programas de condones, circuncisión médica voluntaria y profilaxis pre-exposición (PrEP) están muy por debajo de las metas: en 2024 solo 3,9 millones de personas usaron PrEP frente a un objetivo de 21 millones. La prevención en muchos países depende de financiación externa —hasta un 80% en algunos—, lo que agrava la vulnerabilidad ante los recortes. Al mismo tiempo, surgen nuevas opciones biomédicas como el lenacapavir, una inyección semestral que podría transformar la prevención si se garantiza acceso equitativo.
ONUSIDA recomienda mantener y proteger los servicios esenciales, evitando interrupciones en el suministro de medicamentos y pruebas. Insta a los países a fortalecer el financiamiento interno, aunque reconoce que la transición será lenta y requiere apoyo internacional. También hace hincapié en abordar barreras estructurales como el estigma, la discriminación y la violencia machista, promoviendo leyes que protejan a las poblaciones vulnerabilizadas. El informe señala la importancia de las organizaciones comunitarias en la prevención, pruebas y tratamiento, así como la necesidad de aprovechar innovaciones médicas e integrar los servicios de VIH en la atención primaria.