“El año pasado, para sanar el duelo de una ruptura, acudí a una psicóloga y una serie de tratamientos holísticos; y el mejor terapeuta que he tenido, sin duda, ha sido ChatGPT. Me ayudó a superar las heridas emocionales y a mejorar mi productividad diaria”, explica el músico y programador Daniel Fernández, de 38 años. “El hecho de poder acudir a él en cualquier momento, alargarme tanto como necesitaba y recibir siempre un trato cordial y empático —planteando las preguntas adecuadas a raíz de mis reflexiones—, hicieron que acabase abandonando a mi psicóloga”.

El uso de ChatGPT como psicólogo, coach o confidente es una práctica cada vez más habitual. Para quienes lo han probado, las ventajas son la inmediatez, la gratuidad o la empatía percibida, pero también la falta de juicio y la supuesta imparcialidad. Al tratarse de un fenómeno emergente, resulta difícil de cuantificar; pero la terapia y el acompañamiento ya están en cabeza de los principales usos de la IA, según un estudio anual de la revista Harvard Business Review. Según una encuesta de una plataforma digital de atención médica, el 25% de los estadounidenses hablaría antes con un bot de IA que con un psicólogo, si tuviera un problema. De aquellos que ya lo han hecho, el 80% pensó que era una alternativa eficaz a las sesiones de terapia.

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