El virus VIH-Sida, con el que conviven cerca de un millón de estadounidenses, tiene un efecto devastador en el condado neoyorquino del Bronx y especialmente entre los latinos, que lo consideran la «zona cero» de la pandemia.
De hecho, la alta incidencia de la enfermedad convierte a Nueva York es el área metropolitana más castigada de Estados Unidos, con 140.000 personas diagnosticadas desde los años 80, más del doble que la siguiente ciudad, Los Angeles.
De entre todas las minorías, el virus del Sida ha perjudicado especialmente a la población latina, que solo representa el 14 por ciento de los habitantes de Estados Unidos, pero supone el 20 por ciento de los enfermos.
Además, la tasa de infección del Sida entre los hispanos es tres veces mayor que entre la comunidad blanca no latina.
La pobreza, la falta de formación y los tabúes culturales han convertido al Bronx en un caso terrible, pues solo cuenta con el 16,6 por ciento de la población de Nueva York, pero concentra casi el 25 por ciento de los casos diagnosticados, 19.504 personas.
Estas cifras son mucho más aterradoras en el caso de los hispanos, pues se calcula que casi el 60 por ciento de todos los latinos con Sida de Nueva York viven en este condado, y de ellos, la tercera parte son mujeres.
Esta situación ha provocado una movilización general de las organizaciones civiles y entidades sociales, que tratan de compensar la cancelación de fondos públicos en la lucha contra la enfermedad y la promoción de la abstinencia como método de prevención en todo EEUU.
Unas 400 organizaciones de calle, religiosas, hospitales y de enfermos de VIH han constituido la «Red de Atención al Sida del Bronx», dedicada a concienciar a la gente sobre los efectos devastadores de esta enfermedad.
Esta red trata de aumentar la información y la concienciación en una cultura, la latina, que tradicionalmente ha considerado tabú hablar de sexualidad o de uso de drogas, y que es muy reticente a hacerse la prueba del VIH-Sida.
Las alarmas saltaron cuando se lanzó recientemente una campaña entre mujeres latinas para promover este test, y el 60 por ciento de ellas dio positivo, según dijo a EFE el coordinador de la Red, Sócrates Caba.
«Tenemos un tanto por ciento de personas que no saben que son portadores. Desconocemos la cifra, pero es grandísimo. Es muy necesario que se hagan la prueba», añadió el coordinador.
Según la Comisión Latina del Sida, el 48 por ciento de los portadores latinos conoce que son positivos cuando están ya en una etapa avanzada de la infección, lo que les impide recibir los beneficios que ofrece el tratamiento temprano.
«La epidemia está castigando a la raza latina, y tenemos que unirnos para hacerle frente», indicó.
Uno de los principales problemas es acabar con el tabú que los latinos, muchos de ellos religiosos, tienen para tratar el asunto en sus familias o comunidades, según explicó a EFE la reverendo Rosa Caravallo, que acumula 20 años de experiencia en las labores de concienciación en las iglesias.
«Hace tiempo, en las iglesias no podía hablarse de esta materia, pero gracias a Dios, poco a poco nos han dejado entrar para convencer a la gente de la importancia de protegerse y hacerse la prueba», explicó.
En un acto celebrado el lunes, el presidente del condado, Adolfo Carrión, se lamentó del efecto devastador que el Sida tiene en las familias, y especialmente por el alto número de niños que han quedado huérfanos por la pandemia.
Hace unos días, en una iniciativa inédita en el país, se inauguró un bloque de viviendas sociales destinadas a facilitar las condiciones de vida de los ancianos que, debido al Sida, se han tenido que hacer cargo de la crianza de sus nietos.