Jacinto tiene 49 años. A los diecisiete empezó a fumar porros, porque sus amigos se lo ofrecieron y pensó que no se podía negar. Poco a poco empezó a experimentar con otro tipo de sustancias, hasta que llegó a la cocaína. Durante los últimos cinco años la consumía a diario. Hoy necesita tratamiento para conseguir escapar de su adicción.
Héctor, por su parte, tiene 31 años. En su entorno había personas que fumaban porros, y, al igual que Jacinto, se inició por «estar a la altura», como él mismo confiesa. A los 26 cambió de círculo de amistades y varió su hábito en el consumo de drogas: comenzó a relacionarse con la cocaína. Actualmente necesita el apoyo de profesionales para alejarse de una droga que ha afectado a su vida social y familiar.
Ambos, que han preferido dar nombres ficticios para preservar su anonimato, pertenecen actualmente al conjunto de dieciséis personas que componen el programa de desintoxicación de Proyecto Hombre en Eivissa.
Cada uno con su historia, con su pasado y su presente, pero muchos compartiendo una serie de características que definen un perfil determinado: varón, clase media, alrededor de treinta años, y una media de consumo de seis o siete años. Lo que Proyecto Hombre pretende es que todos ellos puedan vivir un futuro exento de drogas.
El objetivo principal de esta asociación es «enseñar a la gente a vivir sin drogas», según su responsable en Eivissa, la psicóloga Lourdes Juan. La isla pitiusa cuenta con un grupo tres psicólogas, que llevan a cabo, por una parte, tareas de prevención del consumo de drogas a través de talleres organizados tanto para padres como para jóvenes; además, ayudan a los toxicómanos a combatir su adicción.
«Hace cuatro años que me di cuenta de que la cocaína suponía un grave problema en mi vida, pero hasta el verano pasado no lo reconocí», explica Jacinto. Para los toxicómanos supone una dificultad muy grande el admitir que realmente están enganchados a la droga. Héctor relata cómo decidió firmemente apartarse de la cocaína: «Pensé en mi hija, en que no se merecía tener un padre adicto a la droga, y supe que tenía que hacer un esfuerzo».
Tanto Héctor como Jacinto acudieron a Proyecto Hombre empujados por sus familias. Jacinto necesitó someterse a un programa de desintoxicación para poder conservar su matrimonio; Héctor se animó porque quería recuperar la relación con su familia y con su hija.
«El apoyo de la familia ante este tipo de problemas es fundamental», asegura Lourdes Juan. La falta de antecedentes familiares, el desconocimiento de lo que ocurre y la creencia de que ese problema no puede pasarle a un hijo son varios de los motivos que llevan al desconcierto familiar. «Al principio tenía miedo de que la gente se enterara», confiesa Eva, la madre de Héctor: «Recuerdo que cuando me dirigía al centro miraba a todos lados para que nadie me viera entrar». Sin embargo, tras cinco meses acudiendo con su hijo, se ha dado cuenta de que no tiene por qué avergonzarse.
Al acudir ALLÍ, Jacinto asegura haber recuperado la dignidad: «Vienes en un estado caótico, y a medida que pasa el tiempo tienes que volver a aprender valores que has perdido. Te hacen plantearte la vida de una forma muy distinta». Su compañero, Héctor, añade: «Aumenta tu autoestima, creces como persona».
El método de trabajo de Proyecto Hombre en Eivissa consiste en programar terapias de grupo que animan a los toxicómanos a compartir sus experiencias. «Suelen considerar estas charlas como algo muy positivo, ya que se sienten identificados con otras personas», apunta la psicóloga.
«Aconsejaría a los jóvenes que no prueben las drogas ni por curiosidad -expresa Jacinto-. Puede resultar demasiado peligroso». «Los adolescentes toman drogas como si se tratara de un juego. Debería haber mucha más información que les enseñara cuáles pueden ser las consecuencias de ese consumo», añade Héctor.
Iniciarse en el mundo de las drogas a edades tempranas llevó a estos dos hombres a tener que buscar una solución a un problema que estaba destrozando sus vidas. Jacinto y Héctor han querido ofrecer su testimonio para paliar esa falta de información que existe en la sociedad. Héctor sentencia: «Todos deberían conocer la mentira de la droga».