Horas antes de su aplicación, decenas de bares de Holanda recibieron el lunes por la noche la ley antitabaco con fiestas multitudinarias en las que se repartieron cigarros de forma gratuita. Aunque entró en vigor en el 2004, la norma antihumo había concedido una tregua a los hosteleros para que adaptaran sus locales, una moratoria de cuatro años que no es, ni mucho menos, el episodio más paradójico del reglamento. Desde ayer, fumarse un pitillo en un restaurante está completamente prohibido, excepto si el comedor tiene espacios reservados adonde no podrán acercarse los camareros. En cambio, los clientes de los coffee shops están en todo su derecho si quieren encenderse un porro de cannabis, siempre y cuando no esté mezclado con tabaco.

A pesar de la permisividad, estos establecimientos llevan meses criticando la ley porque, aseguran, la mayoría de sus clientes no consumen la maría en estado puro. Eso obligaría a los propietarios a habilitar unos espacios estancos como los de los bares y restaurantes donde se pudiera desprender el humo con nicotina, que es el que prohíbe la ley. Si una de las 720 cafeterías de este tipo infringe el reglamento, deberá afrontar una sanción de 300 euros, que se ampliará a los 2.400 en el caso de que los inspectores la amonesten en cuatro ocasiones.

Sin embargo, y aferrándose a que tendrían que enfrentarse a unas costosas reformas, los dueños de los coffee shops se plantean ahora comprar «vaporizadores» para que, cuando la marihuana se consuma con tabaco, el humo no llegue al aire.

Estos aparatos, que en internet se pueden adquirir por entre 300 y 400 euros, son unos inhaladores en cuya parte inferior se calienta la marihuana y el humo que se desprende de ese proceso se almacena en una bolsa. A través de este recipiente, el consumidor aspira la droga.

800.000 NUEVOS CLIENTES

El sector hostelero ha sido también en Holanda el más reacio a la ley antitabaco. Según algunos representantes del gremio, «el 60% de los dueños están pensando vender sus locales» porque la normativa les llevará a la ruina. Como respuesta, el Gobierno les ha presentado un estudio en el que se asegura que, gracias al veto a la nicotina, los bares y restaurantes del país incorporarán 800.000 nuevos clientes, personas que sufren asma o que detestan el tabaco, quienes hasta ahora preferían no acercarse a estos establecimientos, y menos aún si se dedicaban fiestas al cigarrillo.