En los próximos 10 años, el contar con una vacuna contra el alcoholismo podría ser una realidad. Ésta favorecería especialmente a los enfermos crónicos, ya que actuará directamente sobre la información genética de los afectados.
La clave está en una mutación presente en el 15% de la población asiática. Ellos carecen del gen que destruye el acetaldehido, sustancia que se genera al consumir alcohol. Por eso sufren de náuseas y dolor de cabeza, lo que los hace reacios a las bebidas etílicas.
La idea es justamente introducir ese gen al organismo a través de un virus, técnica que se llama terapia génica. En eso trabaja desde hace 10 años un equipo que encabeza el bioquímico de la Unidad de Chile, Yedi Israel.
Ya probaron el mecanismo con roedores alcohólicos, alcanzando un resultado positivo de 50%, cuenta Juan Asenjo, director del Instituto Milenio de Dinámica Celular y Biotecnología (ICDB).
Su equipo multidisciplinario busca ahora los virus más apropiados para inyectar al cuerpo y también las células que permitan reproducirlos a gran escala.
Logrado esto, vendrán las pruebas con humanos, previstas para uno o dos años más.
La vacuna es sólo una aplicación. También nos interesa generar y purificar eficientemente el producto».