COPOLAD es un programa de cooperación entre América Latina, el Caribe y la Unión Europea para el desarrollo de  Políticas de Drogas. En él participan 33 países con un presupuesto público de 15 millones de euros. El objetivo es promover políticas de drogas que contemplen la mejora de la calidad de vida de las personas y se oriente desde las políticas para el desarrollo. Javier Sagredo es el actual director del programa COPOLAD, que va ya por su tercera edición. En la entrevista se habla de la importancia de alinear los temas de desarrollo dentro de las políticas de drogas, de abandonar la lucha contra las drogas y de buscar nuevas estrategias que mejoren las respuestas sociales de las personas de distintas edades, realidades y países.


Pregunta. COPOLAD impulsa políticas apoyadas en instrumentos de evaluación, ¿cómo desarrolla su trabajo para este objetivo?

Respuesta. Yo empezaría quizás hablando de un tema más grande. Este es uno de los procesos que COPOLAD está empujando y la evaluación es importantísima para mejorar la calidad de los procesos de la política pública. La evaluación de  COPOLAD se centra en temas técnicos o de atención al consumo o consumos problemáticos, pero hay una dimensión creo que es mucho más urgente: Los impactos de la propia política, en dos dimensiones, en las comunidades y en las personas.

P.¿Y qué es necesario para esto?

R. La mejora de los servicios públicos. El acceso a servicios de calidad y disponibles en las comunidades son importantes. Está claro que tenemos que ir hacia la generación por parte de los sistemas públicos de respuestas a las necesidades de las personas en salud, en educación, en servicios básicos, en atención de vulnerabilidades, y estas cuestiones están muchas veces ligadas a territorios o comunidades que presentan problemas de drogas. En América Latina y el Caribe, todos los problemas se entreveran en la comunidad y todas esas capas de vulnerabilidad tenemos que abordarlas de manera conjunta. No sirve solamente trabajar drogas o prevención del consumo de drogas, si detrás se tienen grandes vacíos de atención y grandes vulnerabilidades ligadas a temas de violencia, falta de formación, temas de acceso a empleo, pobreza, etc. Y además, tienen políticas que en muchos casos no ayudan, y que van contra los derechos humanos: represión, encarcelamiento, etc. Son temas un poco más graves en ese sentido. Pero por supuesto el trabajo que ha hecho COPOLAD en el pasado, es un trabajo fantástico porque ha ido mejorando y poniendo referencias de calidad y mejora de los procesos y que son claves para abordar la necesidad de muchas personas que tienen un problema grave de salud.

P.Pero sí que se intenta poner solución a los problemas de drogas…

R. América Latina es un gran laboratorio de respuestas donde hay carencias y necesidades. Las propias comunidades abordan el tema desde sus propios recursos y hay una capacidad fantástica de resolver estos temas. Pero lógicamente COPOLAD es un programa que apela a temas de política pública, apela la construcción de respuestas públicas, apela al interés de todos y esos temas de acreditación, de certificación, de calidad, de evaluación, para mejorar esas respuestas, tienen que estar y deben estar claramente en esos procesos. Entiendo que detrás de esto hay otros elementos que son clave. También hay muchos actores que no están para nada acreditados o formados para llevarlo a cabo, y sin embargo, son gran parte de la respuesta que la región pone encima de la mesa. Este tema se sigue considerando ‘de desviados’, ‘de marginados’, un tema que no interesa a lo público. Muchas veces se responde desde instancias de encierro en comunidades terapéuticas sin ningún tipo de consideración de las necesidades de las personas y de los procesos de calidad y de tratamiento basado en evidencia.

P.Cada país tendrá sus particularidades…

R. El tratamiento de sustancias es complejo. La prevención es una ciencia también muy compleja porque está muy ligada a los contextos y los programas que están evaluados y acreditados en países como los de la Unión Europea o en países más desarrollados. Sin embargo, estos lógicamente tienen que tener un aterrizaje, una adaptación y una lectura completa de todos los elementos de contexto que hay en el terreno, que al final cambian la forma en que están operando. Debemos hacer también un esfuerzo por intentar ver y evaluar qué es lo que funciona en determinados contextos. En espacios distintos, las herramientas deben ser también muy distintas. Y debe hacerse con una mirada de interseccionalidad de cómo atender las distintas vulnerabilidades que aparecen. Acercarse y bajar al territorio con los distintos servicios sociales y de integración o sociolaboral.

P.¿Cuál es el nuevo enfoque que se le quiere dar a COPOLAD y cuál ha sido el recorrido hasta ahora?

R. Yo creo que la evolución que se ha seguido es una evolución natural. Este es un tema que ha preocupado a los gobiernos y por eso surge un programa como COPOLAD y una plataforma como mecanismo de coordinación y cooperación entre América Latina, el Caribe y la Unión Europea, para hablar de drogas. Empezó trabajando una serie de dimensiones interesantes pero siempre desde la perspectiva regional. Además es parte de las novedades que trae COPOLAD III en este momento. Gran parte de la intervención y de la lucha contra las drogas  se ha llevado al origen, a las fuentes de cultivo y de producción. El contexto de Latinoamèrica es un contexto de alta vulnerabilidad social y muchos problemas sociales en el territorio. Esto combinado con una debilidad institucional que no permite responder adecuadamente a estos temas y en un marco de política pública muy nuevos, a la vez que son muy punitivistas. Esto ha generado una especie de tormenta perfecta.

P.Y esto hace que muchas personas acaben en la cárcel

R. Tenemos ahora mismo una crisis enorme, carcelaria, que no es un tema solo de prisiones o de justicia, es un tema social. Hay que ver cuál es el impacto que ha tenido en esas familias y comunidades, en la propia economía del país, en los derechos humanos, en temas de género, en temas de derechos indígena; donde lógicamente la prioridad de esos  objetivos de control de drogas ha estado por encima de cualquier otra prioridad de política pública y sobre todo de acompañar a los ciudadanos a mejorar un poco su  bienestar.

P.¿De ahí la necesidad de ligar las políticas de drogas con el desarrollo?

R. Efectivamente. La propia estrategia europea de drogas en este momento, y para los próximos cinco años, es una apuesta bien interesante para ligar las políticas de drogas con las políticas de desarrollo. Tal y como hace también el documento de UNGASS y tal como hace la propia estrategia hemisférica de la OEA. Si eso lo llevamos a las aplicaciones en la política pública hay una reflexión que cae por su propio peso y una cuestión en la que debe estar basada la cuestión de drogas: La política de drogas no puede dañar la capacidad de una sociedad de acercarse a los objetivos de desarrollo, sino todo lo contrario, deben ser procesos que empujen la capacidad de llegar ahí, a las personas y a sus comunidades.

P. La covid lo ha complicado todo…

R. Se está hablando de que se ha perdido esa década de avance que había tenido América Latina por la crisis del COVID. Se está preparando para mí otra tormenta perfecta en relación a este tema. Va a haber dificultades económicas para muchas familias, se van a complicar mucho las condiciones sociales en América Latina, va a haber una reducción del espacio fiscal por parte de muchos estados, ya muchos se están viendo sumergidos en crisis enormes que van a tener que pagar a lo largo de muchos años y; las políticas no han cambiado y los marcos legales tampoco. Las herramientas de represión no han cambiado, los énfasis presupuestarios no han cambiado, están casi todos en la parte de interdicción y de control y muy poco en toda la inversión social, educativa y sanitaria, que requiere poder poner soluciones a todo el tema de drogas en la región. Lo que sí esperamos es que si no cambian estas políticas, los resultados van a ser bastante negativos para toda América Latina en relación al saldo de resultados para el desarrollo y olvidémonos de los objetivos 2020-2030 porque va a  haber un gran retroceso y estas políticas van a jugar a favor de ese retroceso.

P.¿Qué se puede hacer desde COPOLAD?

R. Hay una sensación de urgencia ahora mismo en COPOLAD por ver cómo enfocamos este programa y cómo abordamos esta coyuntura. Queremos ayudar a avanzar reformas que tengan este poder transformador de mejorar la calidad de vida de las personas, mejorar las instituciones desde el punto de vista de la gobernabilidad, reducir la corrupción, mejorar el enfoque de lucha contra el crimen organizado (reducir su poder sobre el estado y la capacidad de incidencia en la política pública), o capacidad de corrupción de los funcionarios públicos. El viento está en contra en este momento y no podemos seguir utilizando las mismas herramientas que actúan un poco de freno. Esta es la preocupación sobre todo en este momento y el enfoque que creemos que COPOLAD tiene que tener.

P.¿Cómo se puede reducir la demanda de drogas en Europa y en América Latina si son regiones del mundo con realidades muy distintas?

R. Es un tema que viene con la evolución de las sociedades. En cuanto las drogas se convirtieron en un elemento de consumo y el país va creciendo hacia esa sociedad de consumo, se van incrementando sus consumos y van incrementando sus necesidades de alteración de la conciencia de acuerdo a las necesidades o demandas que tiene su población. No podemos pensar que a través de las políticas públicas podemos tener gran incidencia en estos temas, son temas que superan la capacidad de lo que lo público pueda plantear. Otra cosa es con los daños asociados al consumo y ahí sí que hay una necesidad de enfocar todos estos elementos, en  cómo evitar los daños y cómo apoyar a las personas  y a las comunidades en tener vidas más plenas, más sanas, más capaces para poder hacer más cosas. Siempre anclados en una visión de desarrollo humano, que es importantísimo.

Esa obsesión por los temas de abstinencia, esa mirada más radical al  tema de drogas ha generado también mucho daño desde el punto de vista de las respuestas. En muchos casos ha llevado a acompañarlo de un estigma que ha impedido el desarrollo de sistemas de tratamiento.

P.¿Y cómo se cambia esa mirada?

R. Creemos que es muy importante empezar por trabajar el imaginario, el tema de la narrativa es muy importante. Y vamos a intentar poner mucho énfasis en este trabajo. Hay un interés social grande en abordar los problemas de salud que tienen las personas, incluyendo los problemas con las adicciones. Son temas de atención a las personas y de derechos humanos. Se debe tener en cuenta el género y en consideración todo el ciclo de vida, desde pequeños hasta que morimos, y ver cómo abordar esas necesidades específicas. El enfoque es de nuevo poner a las personas y a los temas de desarrollo en el centro y matizar los temas de drogas. Esto es como intentar cultivar unos tomates, y no solo no lo logras porque siguen malos y con muy mal aspecto, sino que a la vez con tus botas estás pisando las cebollas, los ajos, las lechugas, etc. y te estás cargando el resto de la huerta. La idea es que se entre a la huerta con mimo y con cuidado y al mismo tiempo cultivar los tomates para que tengan fruto. Tenemos que mejorar la eficiencia y la eficacia de las políticas de drogas, por ejemplo, en los temas de interdicción. Muchas veces los problemas que se generan son mayores. Un padre de familia en prisión, en ciertos lugares puede provocar una desprotección brutal de una familia entera.

P.¿Se puede resolver esto?

R. Hay que preguntarse: ¿Dónde hay que apuntar? ¿Apuntamos a la plata para bajarle el poder de influencia? ¿Apuntamos a reducir el tráfico solamente con Europa para que no llegue la cocaína aquí y nos da igual lo que pase allá? Es una película completa que tenemos que ver. ¿Cómo podemos mejorar las respuestas de política pública allí y mejorar las condiciones de vida de las personas para mejorar todos en general? Vivimos en una sociedad muy interconectada a nivel global que requiere de soluciones completas para todos. Seguir manteniendo a muchas personas al margen no es el camino, debemos modificarlo. Por ahí va un poco también el enfoque y el planteamiento de COPOLAD en este momento. Estamos apelando a los países a hacer demandas y planteamiento de trabajo que tengan un potencial transformador y con impacto en el desarrollo, la mejora de la vida de las personas; y eso incluye toda la política pública, y en ella también entra el tema de seguridad, pero teniendo en cuenta todos esos condicionantes, esos elementos y el día después. Eso debe estar en la cabeza de los responsables de política pública. Si yo doy un paso, ¿qué va a pasar al día siguiente?

P.¿Qué otros puntos hay que trabajar?

R. Tenemos que trabajar en distintos frentes. Uno es el de la narrativa, otro es el de mejorar la capacidad de absorción por parte de la sociedad y las instituciones de miradas más integradoras y otra es trabajar en mejores políticas públicas basadas en calidad, en evidencia y en procesos probados que demuestran que las cosas funcionan en un contexto muy distinto al de Europa, aunque aquí también tengamos espacios de vulnerabilidad.

P.¿Qué debe aprender Europa y América Latina desde su óptica y desde su posición para hacer frente a toda esta situación?

R. Una, que estamos todos juntos en este mismo barco. Tenemos responsabilidad compartida, aunque yo suelo hablar de irresponsabilidad compartida, tanto a nivel internacional como a nivel interno dentro de los países, porque tienes enormes ausencias de actores que tienen las soluciones. Es importante que esos temas se aborden conjuntamente con aquellos países que están del otro lado. ¿Cómo podemos tener mejores procesos allí para tener mejores resultados allí y aquí? Está todo conectado. Yo creo que ahí Europa tiene que mostrar una capacidad de entender los contextos de allí y creo que los está entendiendo bien.

P.¿Qué papel juega COPOLAD en todo esto?

R. Queremos que COPOLAD sea un elemento adicional para esa comprensión. Entender eso va a permitir que desde Europa se pongan aspectos importantes de colaboración y de cooperación para conseguir esto, no solamente a través de un programa como COPOLAD. El diálogo político es muy importante para abordar estos temas pero también a través de la acción política en foros internacionales. En el marco internacional tienen un disenso grande todavía en relación a las respuestas de drogas. Lo que sí hay es un consenso fantástico en los temas de desarrollo a través de la concreción de la agenda 20-30 y una agenda muy compleja de objetivos y metas de desarrollo en el que todos los países se han puesto de acuerdo y todos han firmado. Europa ya lo ha hecho, habla de políticas de drogas basadas en desarrollo. Esto significa que las políticas de drogas tienen que ir encaminadas a mejorar las políticas de desarrollo y eso requiere de una intervención grande  de las políticas de drogas en América Latina y de ayudar a esos procesos.

P.¿Cree que el problema de drogas seguirá siendo el mismo dentro de 50 años o se están haciendo cosas para que esta realidad cambie?

R. No va a ser para nada igual. Los avances tecnológicos, farmacéuticos o químicos van a resolver gran parte de los problemas que tenemos ahora. Los problemas seguirán siendo de desarrollo. Creo que no tendrá nada que ver y que nos vamos a avergonzar de cómo se ha tratado el tema de políticas de drogas en esta época. Vamos a pensar en una época muy retrógrada. Cuando empiezas a hacer balance, sobre todo en América Latina, no tienen nada que ver los problemas que han generado las drogas con los problemas que han generado las propias políticas. Empezando por el propio marco prohibicionista. Los primeros avances que están haciendo en legislación, apuntan un poco en esa dirección pero tenemos que ver un poco como las respuestas desde la política pública pueden mejorar la vida de nuestra gente y tenemos que tener en cuenta la capacidad de los estados para hacer eso.

P.Habla de que seguramente nos arrepentimos mucho de la prohibición y de cómo se ha tratado el tema de la lucha contra la droga, sin embargo, está científicamente demostrado que cuanto menos accesibilidad hay, menor es el consumo, ¿Cómo se equilibran ambas cuestiones?

R. ¿A qué costo? Al final renuncias a disfrutar de elementos de la vida donde hay ciertos riesgos. ¿Qué queremos al final? A tu hijo de cinco años para que no tenga riesgo de caerse por la escalera, ¿le encierras en la habitación y le encadenas a la cama? ¿Cómo abordas la educación de tu hijo respecto a los riesgos que hay fuera? Yo lo tengo claro respecto a mis hijos. Yo lo que intento es conseguir que vuelen solos y que sean capaces ellos mismos de abordar todo lo que hay ahí fuera en toda su riqueza. Lógicamente, y estoy de acuerdo contigo, el evitar consumos, y sobre todo tempranos, pues nos blinda de problemas mayores relacionados con el consumo. Pero claro, también es cierto que una buena respuesta sanitaria y social a ese tema, ayuda muchísimo a las personas que tienen esos problemas. No es uno u otro, yo creo que tiene que ver un poco en cómo vas manejando esos aspectos, igual que los manejas en las decisiones que tomas en tu vida y en tu familia. Es un poco ayudarles a entender que las decisiones que toman, después tienen consecuencias. Pero también hay que acompañar a las personas que necesitan de acompañamiento y ayuda y a reducir los daños que estos temas puedan generar pero claro, si prohibiendo, estamos generando más daño, no es una solución. Hay que abordarlo de una manera equilibrada.

P.Empezábamos hablando de evaluación, ¿Sigue siendo importante?

R. Siempre digo que las políticas miran con un ojo cerrado. Porque cuando presenta resultados o evalúa, se fija en si se ha reducido el consumo, si se ha reducido el tráfico y, lo que no levantan, de lo que no hablan, es del daño que se ha hecho al resto de cuestiones de desarrollo: cuánta pobreza han generado, cuánta desigualdad han generado, cuántos abusos a los derechos humanos han generado, qué impacto ha tenido en el tema de empoderamiento de la mujer, qué impacto ha tenido en los pueblos indígenas, qué impacto ha tenido en la salud, etc. Son aspectos que creo que deben considerarse y se pueden considerar. Hay que plantearse dónde se quiere llegar en los próximos diez años y si las políticas ayudan a llegar hasta ahí o más bien lo lastran.

P.¿En qué va a trabajar COPOLAD próximamente?

R. Vamos a pasar a trabajar temas más nacionales, incluso estamos pensando en abrir un espacio de innovación a nivel local, una especie de laboratorio de innovación en política pública de drogas. Sería fantástico poder tener la capacidad de innovar en una política que tiene mucha resistencia para cambiar cosas y meter mucha lupa a procesos nuevos de trabajo que alimenten la discusión política y acerquen nuevas soluciones en contextos específicos. Por ahí va la novedad de esta fase, que ojalá fortalezca una plataforma que es muy potente. Es una plataforma que tiene ese diálogo político y que nos va a permitir llevar todo esto a la mesa de discusión de los responsables políticos a nivel regional. Hay una evolución de muchos años, empezamos en 1999 con fondos del Plan Nacional de Drogas y la Agencia Española de Cooperación, a desarrollar los Observatorios de Drogas en Centro Amèrica. Han pasado ya 22 años y algunos países han avanzado mucho en este tema, y otros no han visto el tema como algo prioritario. Entendemos que es parte de un proceso.