Las adicciones de las mujeres son, en ocasiones, un efecto secundario de la desigual carga de los cuidados. Ellas son menos adictas y se inician más tarde en el consumo de drogas y otros comportamientos dañinos, como las compras compulsivas, los juegos de azar o los videojuegos. No obstante, tardan mucho más en acudir a terapia lastradas por el sentimiento de la culpa y la vergüenza, lo cual agrava la problemática y favorece la aparición de trastornos mentales o psicosomáticos. Además, las adicciones se han considerado tradicionalmente prácticas de ocio masculinas. En esa línea, los tratamientos de las adicciones han sido principalmente diseñados para los hombres. Debido a todo esto, la motivación para pedir ayuda terapéutica es menor entre ellas. Y, relacionado con esto, las tasas de abandono en los centros de rehabilitación parecen ser mayor entre las mujeres, lo que podría afectar de manera directa en su autoestima y dificultar su recuperación.

Estas son algunas de las conclusiones más relevantes del estudio Evaluación desde la perspectiva de género en adicciones con sustancia y comportamentales, becado por Emakunde, que ha liderado Ana Estévez Gutiérrez en el departamento de Psicología de la facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Deusto, con el equipo de investigación compuesto por Laura Macía, Milena López, Itziar Gandarias, Paula Jauregui y Janire Momeñe. Las autoras sostienen la necesidad de realizar “una profunda reflexión” y “ampliar” la investigación sobre las adicciones en las mujeres para poder diseñar programas de prevención e intervención efectivos y eficaces donde ellas queden también representadas. “Queremos que vayan a tratamiento”, pidieron ayer lunes las autoras del estudio, durante su presentación en Gasteiz.

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