Saben que hay muchas razones para dejar de fumar: se rinde más al hacer ejercicio físico, se gasta menos dinero, se baja el riesgo de sufrir enfisema u otras enfermedades o se protege más a los chicos al no contaminarles el aire. Hasta que un día se convencen, dicen basta y piden auxilio para abandonar el cigarrillo.

Cada vez son más los fumadores argentinos que buscan ayuda. Y son más también los que pasan de contemplar la posibilidad de despegarse de los cigarrillos a la acción:

Se triplicaron las consultas de personas que piden tratamiento para dejar de fumar en los hospitales porteños. Según Marta Angueira, de la Red de Tabaco Salud del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, en 2003 se hacían 20 consultas por mes en cada uno de los 16 hospitales que ofrecen servicio de cesación. Este año, superan las 60 en cada uno de ellos.

– En la provincia de Buenos Aires, la demanda de ayuda por parte de los fumadores aumentó el 22 por ciento entre 2004 y 2005, según el especialista, César Di Giano. Y están abriendo espacios para tratamiento individual y grupal en más de cien centros preventivos de adicciones, tras haber reforzado la capacitación a psicólogos y médicos.

– La línea gratuita que abrió en enero del año pasado el Ministerio de Salud y Ambiente (0800-222-1002) no para de sonar: hubo 3.711 llamadas de personas que buscaron orientación durante los primeros seis meses del año. El 70 por ciento de las llamadas fueron de fumadores dispuestos a dejar inmediatamente el cigarrillo. El resto eran familiares o amigos de fumadores. Las mujeres (60%) llaman más que los hombres.

– Los grupos de autoayuda, donde los fumadores encuentran comprensión y sostén, están repletos. Por ejemplo, en el Hospital Italiano, formaban un grupo con 10 personas por mes hace cuatro años. Ahora, se integran dos nuevos grupos de 15 personas por mes. En la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Buenos Aires, donde dan cursos de cinco días para dejar de fumar, recibían 60 personas en 2002. Hoy, en cambio, asisten más de 120.

A estos pedidos desesperados para cortar con la adicción, se les pueden sumar otros indicios que señalan que el tabaquismo va marcha atrás en el país:

– Entre 1999 y 2004, la cantidad de fumadores bajó más del 10 por ciento, según revelan las encuestas del Programa de Control del Tabaco del Ministerio.

La producción de cigarrillos cayó el 8 por ciento en agosto pasado respecto a igual mes del año anterior, según el INDEC.

– Las ventas de los cigarrillos también han ido bajando: de acuerdo con el INDEC, se pasó de 1.990 millones de paquetes de 20 unidades en 2003 a 1.890 millones de paquetes durante 2004.

Todo un cambio que está a favor tanto de la salud de los fumadores como de los no que fuman. El año pasado, el 67 por ciento de la población estaba expuesta al humo en los hogares y el 90 por ciento en otros ámbitos, según una encuesta que el ministerio realizó el año pasado en cinco grandes ciudades.

«El perfil de la gente que pide ayuda para dejar de fumar varió muchísimo», dijo Raquel Fish, presidenta de la Asociación Antitabáquica Sin Pucho. Antes eran personas mayores de 45 años y varones en su mayoría. Ahora en cambio son mucho más jóvenes. Vienen adolescentes y jóvenes que no esperan a que el médico les diga que tienen que dejar de fumar. Vienen solos».

Por otro lado, «los fumadores pasivos sienten que tienen derecho a reclamar por la calidad del aire», dijo Ana Tambussi, y consultora del Programa del Control del Tabaco del ministerio. «Cada vez más, los no fumadores se animan a pedir que se apague el cigarrillo en lugares como los restoranes. En estos lugares, no sirven que haya divisiones entre fumadores y no fumadores, porque el humo llega igual a todos».

El cambio que se registra en la Argentina es un buen inicio para empezar a modificar una situación alarmante: cada año mueren 40.000 personas por enfermedades directamente relacionadas con el consumo del tabaco. Y se gastan 4.300 millones de pesos anuales para tratar desórdenes asociados al tabaquismo.

Diferentes causas justifican que más gente quiera dejar de fumar. «El fumar se está empezando a percibir como algo anormal», enfatizó la doctora Angueira. «Los jóvenes van dejando de ver al cigarrillo como un producto para conseguir éxito».

Además, los precios de los cigarrillos fueron aumentando. Más empresas privadas y oficinas públicas declaran a los edificios como libres de humo. Y hubo una campaña pública fuerte, impulsada por el Gobierno, para dejar de fumar.

A esto se agrega que el tema entró en el debate público a partir de que en setiembre de 2003 el presidente Néstor Kirchner firmó el Convenio Marco para el Control del Tabaco, organizado por la Organización Mundial de la Salud. Se espera aún la ratificación del Congreso, porque si no lo hace antes del 8 de noviembre la Argentina perderá la posibilidad de entrar en las negociaciones que se harán en febrero en Suiza para hacer que el primer tratado mundial de salud pública se aplique eficazmente.