Redacción-

En motivo del día internacional de la Salud Mental, Harm Reduction Internacional y la Red Internacional de Personas que Usan Drogas (INPUD), publican un breve texto sobre el discurso, que se lleva extendiendo en los últimos años, entre salud mental y consumo de drogas.

Aunque hay personas que utilizan drogas que pueden experimentar problemas de salud mental, el uso y la dependencia de drogas por sí mismo no es un problema de salud mental. La confusión preocupante del uso y dependencia de drogas con problemas de salud mental es inapropiada, estigmatizante y puede tener consecuencias dañinas a largo plazo para la comunidad, incluyendo la eliminación de la autonomía y de la capacidad de las personas que usan drogas para tomar decisiones sobre sus propios cuerpos y vidas. Puede disminuir los recursos disponibles para la reducción de daños y los servicios basados en la comunidad, y conducir a reducir la prioridad de las intervenciones de salud pública basadas en la evidencia que salvan vidas, tanto a nivel nacional como internacional.

A pesar de que virtualmente no hay datos que lo apoyen, la noción de la que la drogo- “adicción” sea una enfermedad cerebral proporciona una narrativa atractiva, que es simple y  reconfortante. Esta teoría contribuye a políticas de drogas no realistas, costosas y dañinas , y elimina cualquier consideración del papel de factores socioeconómicos como la pobreza, la exclusión residencial, o la raza. También ignora el efecto estigmatizante del constructo de drogo-“adicción”.

En las décadas anteriores, habíamos sido capaces en cierta medida de evolucionar desde un enfoque únicamente biológico y medicalizado del uso de drogas, focalizado en las responsabilidades personales, hacia un enfoque más holístico que reconocía los aspectos sociales y estructurales del uso de drogas.

Ese nuevo enfoque reconocía que los daños relacionados con las drogas no se distribuyen de manera equitativa a través de la sociedad, sino que afectan desproporcionadamente a comunidades estigmatizadas y marginalizadas. Fusionar los problemas de salud mental y el uso de drogas es un enorme paso atrás respecto de ese progreso.  La noción del “trastorno por uso de sustancias“ en la quinta edición del influyente manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (D.S.M.5), editado por la Asociación de Psiquiatras de los EEUU (APA), no trata adecuadamente el uso de drogas.

El término “trastorno por uso de sustancias” mezcla inapropiadamente los problemas de salud mental con el uso y o la dependencia de drogas y produce el efecto de alienar a las personas que usan drogas y que no confundirían su uso de drogas con ninguna forma de “trastorno”.

En el núcleo de la definición del D.S.M.5 está la idea de que los “trastornos“ por uso de drogas se deben a cambios en el cerebro, mientras que la definición en sí misma utiliza 11 criterios para medir el “trastorno“. Éstos criterios están relacionados con el funcionamiento social, el cumplimiento de los deberes sociales y la productividad económica (por ejemplo “no ser capaz de hacer lo que se debería hacer en el trabajo, hogar o escuela a causa del uso de sustancias” y /o “abandonar importantes actividades sociales, laborales o recreativas a causa del uso de sustancias“), todo ello conjuntamente con otros indicadores relacionados con los efectos físicos de las drogas (por ejemplo la tolerancia, o el síndrome de abstinencia).

Tanto HRI como INPUD prefieren usar “drogodependencia“ el término que sigue siendo utilizado por la Organización de las Naciones Unidas sobre las drogas y el delito (UNODC) y también por la muy reciente actualización de la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS (CIE-11), en ambos casos por las connotaciones  más neutrales que se sugieren y por el hecho que es capaz de distinguir entre la dependencia física, fisiológica y psicológica. El término permite contemplar la diferencia entre estas formas, mientras que el patologizante “Trastorno por Uso de Sustancias” fracasa al hacerlo.

Las organizaciones firmantes, una de las cuales aboga por la reducción de daños vinculados a las drogas (HRI) mientras que la otra es una organización activista de defensa de los derechos y puntos de vista de las personas usuarias de drogas (INPUD) subrayan que “las personas que utilizan drogas, como todas las demás, deberían tener un acceso apropiado a los cuidados de salud mental que necesiten”…”Debemos encontrar fórmulas de estimular un mejor acceso a los servicios de salud mental para las personas que utilizan drogas sin encuadrar el uso o la dependencia de las mismas como un problema de salud mental en términos absolutos”…”Más todavía, debemos intentar desafiar continuamente las ideas que patologizan el uso de drogas y a las personas que las usan, que niegan la voluntad y la capacidad de decisión a los usuarios de drogas, suprimiendo su derecho a tomar decisiones respecto de su salud física y mental. Las personas que utilizan drogas consumen sustancias por una variedad de razones, incluyendo la obtención racional del placer y la regulación de las emociones. Debemos encontrar modelos mejores que encuadren la complejidad y multitud de racionalidades para el uso y dependencia de drogas; y continuar cuestionando y combatiendo modelos simplistas que potencialmente pueden causar más perjuicio y daño”

Leer el comunicado original en hri.global