Las nuevas tecnologías también tienen contraindicaciones. La prueba está en el registro de usuarios que maneja la Asociación para la Atención a Drogodependencias y Adicciones «Atabal», donde ya tienen un lugar propio dos patologías completamente inusuales a mediados de la pasada década: la adicción a Internet y al teléfono móvil.
Estas dos herramientas de comunicación se han sumado durante los últimos meses al listado comportamientos a los que se enfrenta la psicóloga de Atabal, María del Mar Fernández.
Hasta hace muy poco tiempo por su despacho solían desfilar personas enganchadas a todo tipo de sustancias, ya fuera alcohol, heroína, cocaína o algún otro tipo de droga.
Pero las circunstancias sociales han cambiado y el patrón de comportamiento de los adictos también. «Actualmente el 50% de las personas que atendemos son adictas al juego, en torno al 20% tiene problemas con la cocaína, otro tanto con el alcohol o las sustancias opiáceas, y el 10% sufre adicciones del comportamiento».
Móvil e internet
Es en este último capítulo donde tienen cada día más cabida las personas dependientes al teléfono móvil e Internet.
María del Mar Fernández explicaba ayer que la adicción a estas dos herramientas de comunicación surge cuando el usuario «invierte horas y horas chateando, comienza a alejarse de los amigos y se encierra en si mismo: si empieza a modificarse el carácter es señal de que algo está sucediendo».
De momento los casos de dependencia al teléfono móvil e internet son muy contados en Atabal, pero María del Mar Fernández no descarta que en el futuro pueda producirse un incremento.
Este aumento ya se ha dado con la ludopatía, que acapara el 50% de las consultas. «Nos ha sorprendido la demanda de tratamiento para jugadores, sobre todo la edad de los adictos al juego, que ronda los 28 o 30 años».
Alcohol y juego
Los terapeutas de la asociación también han descubierto que en muchos casos el juego va unido al consumo excesivo de alcohol, por lo que han de tratarse ambos problemas de forma simultánea.
En otras ocasiones son el alcohol y la cocaína las sustancias que hacen pareja, exigiendo igualmente un esfuerzo añadido en el tratamiento.