La Ertzaintza inició esta noche una campaña de control del consumo de drogas en la que utiliza un test de saliva, una prueba que también usan los Mossos dEscuadra y la Policía británica.
Esta prueba detecta el consumo de cannabis, cocaína, opiáceos, «éxtasis» y anfetaminas. En el caso de dar positivo, los agentes toman una segunda muestra de saliva para que sea analizada en el laboratorio de la Policía Científica de la Policía vasca.
A lo largo de esta primera noche han sido sometidos a esta prueba un total de 58 conductores, de los cuales 16 dieron «positivo» en el test. Además, a dos de los conductores que dieron positivo la policía les encontró «cierta cantidad» de sustancias presuntamente estupefaciente, que está siendo analizada.
La sanción por conducir bajo los efectos de las drogas puede alcanzar los 600 euros y la pérdida de 6 puntos del carné, que podrá ser retirado durante tres meses. Las mismas sanciones se pueden aplicar directamente a quienes se nieguen a someterse a las pruebas.
El director de Tráfico del Gobierno vasco, Andoni Arriola, informó el pasado día 23, en la presentación de esta campaña, de que el 16,5 por ciento de los conductores que el pasado año fallecieron en las carreteras vascas habían consumido drogas en las horas previas al accidente, según los datos de las autopsias practicadas por el Instituto Vasco de Media Legal.
De las 67 autopsias practicadas el test de drogas dio positivo en 11 casos, cinco de ellos por cocaína, cuatro por cannabis y dos por psicofármacos.
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En Guipúzcoa dieron positivo 5 de los 26 conductores fallecidos, en Vizcaya fueron 4 de los 25 muertos y en Álava, 2 de los 16 conductores que perecieron en accidente.
El departamento de Interior ha anunciado que a partir de ahora las pruebas de saliva pasarán a formar parte del procedimiento de actuación ordinario de la Ertzaintza, tanto en controles preventivos como en casos de infracciones graves y accidentes.
Según explicó esta departamento las drogas depresoras (cannabis y opiáceos) reducen la capacidad de reacción, la concentración y los reflejos, mientras que las estimulantes (anfetaminas, cocaína y «éxtasis») proporcionan una falsa sensación de control que provoca descoordinación y limitaciones sensoriales y las alucinógenas (LSD) alteran la percepción de la realidad.