El lema más famoso de Tráfico, todavía vigente en la actualidad, fue el que lanzó el Gobierno en 1986: «Si bebes, no conduzcas». El cantante Stevie Wonder protagonizó aquella campaña, cuyo eslogan permanece en la memoria de los conductores.

Hoy en día este objetivo -la lucha contra el alcohol- se mantiene. Pero los tiempos han introducido otras líneas de trabajo. Existe otro problema igual de letal cuando se combina con el volante: el consumo de drogas. Un hábito que se ha ido extendido entre todos los segmentos de la población.

¿Y cómo luchar contra este consumo? De momento, la Dirección General de Tráfico apuesta por el castigo. Los controles antidroga para los conductores son ya una realidad en las carreteras de Valencia, según la asociación Independientes de la Guardia Civil.

Conducir bajo los efectos de la cocaína, el éxtasis o derivados del cannabis ya no pasará inadvertido para los agentes o al menos dispondrán de un método eficaz y rápido para probarlo.

Los guardias civiles han comenzado a realizar este tipo de pruebas desde mayo. Interior, en cambio, no lo ha hecho público, como sí ocurrió cuando se implantaron las primeras experiencias con este tipo de test en otras provincias.

Pruebas hasta agosto

La razón, al parecer, reside en que se trata de una prueba piloto. Lo primero será comprobar los datos, el número de positivos respecto a los conductores controlados para plantearse si resulta apropiado mantener este tipo de vigilancia. Desde Independientes de la Guardia Civil aseguraron que los controles se mantendrán hasta el mes de agosto.

El dispositivo para detectar si se está bajo los efectos de la droga consiste en un pequeño aparato que, al ponerse en contacto con la saliva del conductor reacciona si localiza estupefacientes. Es suficiente con sólo chuparlo, pero los agentes piden que se mantenga unos segundos bajo de la lengua.

A continuación, se introduce el conocido ya como chupa-chups en un lector. Al cabo de unos minutos se obtienen los resultados. Estos determinan hasta siete sustancias diferentes.

La muestra se manda posteriormente a un laboratorio para contrastar los resultados. Este análisis permite identificar 23 sustancias que son incompatibles con la conducción.

Pese a la novedad de este tipo de controles, ninguno de los conductores a quienes se obligó a pasar esta prueba se mostró extrañado. «La hicieron y ya está», relataron testigos presenciales de uno de estos dispositivos.

Los test para detectar sustancias ilegales se están realizando en los mismos lugares que los controles de alcoholemia. Y no sólo los fines de semana -cuando el consumo es mayor- «sino también en días laborables».

Además, al tratarse de una prueba piloto no existen criterios para ordenar el alto a un vehículo. «Se para a todo el mundo, hasta al abuelito que va con su mujer a la playa», ponen como ejemplo. El hecho de que no haya directrices para detener a un tipo de conductor es para lograr una estadística que sea fiable.

Si únicamente se parara a los conductores que reúnen ciertas características -jóvenes, en horario de madrugada y fin de semana- el porcentaje de positivos sería mucho más elevado. Y no respondería a la realidad.

En las primeras pruebas que se realizaron en España a finales de 2007, un 8% de los conductores controlados dieron positivo por estupefacientes en el test salivar. Se trata de un porcentaje superior al habitual de las pruebas de alcoholemia, que se sitúa en torno al 3% en los controles preventivos.

Estos datos reafirman la teoría de la DGT: el consumo de cannabis, cocaína, anfetaminas o pastillas está muy extendido entre los conductores. Un estadística significativa avala esta tesis. En el 10% de las víctimas mortales de 2006 el examen toxicológico desveló la ingesta de estupefacientes.

La sanción es la equivalente a un positivo por alcoholemia, una denuncia administrativa con calificación de muy grave y retirada de puntos del carné. En algunos casos, depende de las circunstancias, también se puede detener al conductor y llevarlo ante el juez. Además, siempre que se produzca un positivo se inmoviliza el vehículo.

Falta regulación

Desde Independientes de la Guardia Civil se valora la aplicación de esta medida pese al retraso. Sin embargo, subrayan algunos «peros» en la puesta en marcha. Por ejemplo, que el número de agentes capacitados para estas pruebas -se les dio unas charlas informativas- es mínimo.

Además, la entidad denuncia que falta una clara «regulación administrativa» en este materia. En los controles de drogas no existe un baremo -como sí ocurre en los de alcoholemia- para establecer la sanción correspondiente. A esto se le suma la escasez de directrices desde Tráfico para actuar en estos supuestos.