El Plan Nacional de Prevención y Control de Tabaquismo, en el que trabajan el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, prevé la supresión de las máquinas expendedoras de tabaco con el objeto de impedir que los adolescentes adquieran este producto sin control alguno, máxime cuando este plan, aún sin fecha, incrementa la edad para comprar tabaco de los 16 a los 18 años. Según fuentes del ministerio que dirige Celia Vilallobos, la medida tiene como prioridad obligar a los fumadores a acudir personalmente a los estancos y establecimientos donde se permite la venta de este producto y allí pasar el control del expendedor.

El plan en el que trabaja el Gobierno incluye otras medidas destinadas a dificultar el acceso de los menores al tabaco, como la de prohibir la venta de cigarrillos sueltos, algo muy común en tiendas próximas a centros docentes. Sólo se podrán adquirir cajetillas, como mínimo de 20 cigarros, lo que dificulta la compra de tabaco a los adolescentes por su elevado precio.

El borrador de este texto amplía las áreas sin humo, es decir, los lugares donde se prohibirá fumar, como en centros docentes, en cualquier dependencia de la administración pública y en los centros sanitarios. Tampoco en los lugares de trabajo donde haya una embarazada o en sitios que carezcan de una ventilación adecuada, como los ascensores. El plan prevé sanciones para quien incumpla las sucesivas normas que el Gobierno irá estableciendo cuando se apruebe éste, aún sin fecha. Estas sanciones serán leves, graves o muy graves y su cuantía las desarrollarán las distintas comunidades autónonas, de acuerdo con lo que establezca la ley general de Sanidad tras la pertinente actualización.

En cuanto a la prohibición de fumar en todos los centros de trabajo, objetivo que persigue Sanidad desde hace más de un año, las negociaciones con los empresarios, sindicatos y el Ministerio de Trabajo se encuentran paralizadas ante las dificultades de aplicar esta normativa en empresas pequeñas, donde es difícil habilitar un espacio para los fumadores. La ministra, sin embargo, no cesa en su empeño y espera que «en un tiempo prudencial» los centros de trabajo sean espacios libres de humo. Mientras tanto, se deja en manos de los trabajadores y empresarios, mediante los convenios colectivos, la decisión de no fumar.

El plan aborda la cuestión del tabaquismo como una enfermedad, y en ese sentido entiende como prioritario que los servicios sanitarios atiendan al fumador como tal. Por ello, Sanidad prevé incluir en el Sistema Nacional de Salud tratamientos para dejar de fumar.