Madrid- «Estamos a punto de perder la batalla contra las drogas, se ha multiplicado por cuatro el consumo de cocaína entre los escolares, se ha duplicado el de cannabis… Además, la percepción del peligro es cada vez menor». Pero, «es lo que tenemos», sentencia pausadamente y casi sin inmutarse esta epidemióloga ahora delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Carmen Moya lleva ocho meses en el cargo y pretende invertir las alarmantes tendencias de consumo de drogas en España con un panorama que ni el abanderado del pesimismo, Schopenhauer, hubiera expuesto con mayor crudeza.
–Hasta ahora no hemos oído más que mensajes catastrofistas. Con el panorama que pintan, ¿qué soluciones plantean?
–Nuestra intención nunca ha sido alarmar, sino evidenciar una realidad sin dramatismos. Y, desde luego, si no se hubiese hecho nada desde la delegación del Gobierno, el panorama sería peor. Ahora bien, también nos encontramos con tendencias crecientes de consumo en el resto de Europa.
–¿Y a qué se debe?
–La percepción del riesgo durante muchos años vino asociada al consumidor de heroína y a una imagen de deterioro físico. Muchos tenían que recurrir a la delincuencia para pagar la droga y eso creó una alarma social. Ahora, los consumos no responden a este perfil. Son más recreativos, vinculados a los fines de semana. Los que consumen creen que controlan su adicción, están integrados socialmente y se inician a unas edades más tempranas.
–La situación le parecerá realista, pero es para echarse las manos a la cabeza.
Nueva estrategia.
– Las soluciones pasan por una reorientación de la estrategia del Plan Nacional sobre Drogas en la que estamos trabajando para presentar la próxima primavera. Queremos incidir, sobre todo, en la prevención y estamos trabajando con las comunidades autónomas y con todos los sectores de la sociedad que pensamos que tienen responsabilidades en este campo.
–Pero si la prevención está trasferida a las autonomías…
–Son competentes en prevención y asistencia, pero la estrategia no es una actuación exclusivamente de las comunidades autónomas, es del Plan, y el Plan es de todos.
–¿Puede avanzar algo?
–Estamos trabajando en ella.
–¿Y cómo van a prevenir, con más campañas?
–La prevención implica una amplia gama de actuaciones que incluyen las campañas, pero luego hay otro trabajo que se realiza desde el medio familiar, el escolar, universitario, el mundo del deporte, el del esparcimiento, el de los medios de comunicación. Todos estos tienen que estar integrados.
–Cuando ganó el PSOE las elecciones, muchos creyeron que se iba a legalizar el cannabis. De hecho, nada más llegar a la delegación, lo primero que hizo fue suspender una campaña contra los porros que había diseñado el anterior Gobierno y que estaba lista para darse a conocer. Después, su postura sobre esta droga ha sido un poco confusa. No hay una idea clara sobre lo que pretenden hacer.
–No hay confusión. Desde el principio, el equipo que entró en el Gobierno tuvo claro qué medidas se iban a tomar. Se dijo que no se estaba por legalizar el consumo recreativo del cannabis y se está posicionando claramente por los usos terapéuticos que tratan determinadas patologías, como el cáncer. Apoyaremos todas las investigaciones en las que esté controlado su uso terapéutico. No es necesario elaborar ninguna ley que lo regule, pueden ser proyectos de investigación que están pautados y seguidos por la Administración. Además, en estos casos, el cannabis se administra en cápsulas. Vamos a apoyar proyectos como el que pretenden poner en marcha las farmacias de Cataluña, pero siempre como un proyecto farmacéutico.
–¿Por qué la gente consume ahora más droga que nunca?
–Son muchos los factores que inciden pero, sobre todo, porque entre los jóvenes, que buscan nuevas sensaciones, hay una percepción baja del riesgo, de que se controla, de que cuando yo quiera lo dejo. Además, no se perciben los efectos de manera inmediata, sino a medio y largo plazo. Ahora, el alcohol es la droga legal más consumida entre los jóvenes y es preocupante.
–¿Piensa poner en marcha una ley antibotellón como la que diseñó el anterior Gobierno?
–El PP no la llevó adelante, pero hay que actuar en este tema. Hay que homogenizar la edad de acceso a la compra de bebidas alcohólicas porque todavía hay comunidades autónomas en las que está autorizada la venta a los que tienen 16 años y hay que elevar la edad a los 18. Hay que trabajar en el alcohol como una sustancia que genera muchos problemas entre los jóvenes y los adultos.
Rango inferior
–¿La pérdida de rango de secretaria de Estado a directora general con el nuevo Gobierno, y el que ahora no tenga atribuciones en la parte de oferta de drogas, va a dificultar su misión al frente del Plan?
–Bajar de rango no tiene ninguna relevancia en la organización. El hecho de pasar a depender del Ministerio de Sanidad fue una voluntad clara de darle la máxima dimensión de salud pública, de aumentar sinergias y de trabajar coordinadamente con muchos aspectos que potencien las actividades preventivas, y esto era más factible dentro de Sanidad. Eso no quiere decir que lo que es la parte que afecta al narcotráfico se haya dejado de lado. En este edificio siguen trabajando policías y guardias civiles y compartimos iniciativas de trabajo.
–Pero, usted ya no despacha con las Fuerzas de Seguridad del Estado para hablar de drogas.
–Trabajamos muy estrechamente, pero sí que es verdad que cuando hablamos de prevención hay unos aspectos dirigidos a los ciudadanos y otros de tipo policial.
–La oposición ha criticado su inactividad, la acusa de no ofrecer soluciones y asegura que en su departamento hay gente cruzada de brazos.
–Es difícil, porque no somos demasiadas personas en el Plan y el esfuerzo de todos es importantísimo. No es cierto que haya inactividad. De hecho, hemos reunido a la conferencia sectorial de drogas, sin convocar desde hace tres años, y a la comisión mixta con las comunidades autónomas. Ahora estamos trabajando estrechamente con ellas y estamos evaluando la estrategia que teníamos hasta el momento.
–¿A qué drogas tenemos que temer en el futuro?
–A todas. Todas son malas. Uno tiene que estar alerta.