Ser padres en los tiempos que corren es algo especialmente difícil. Los últimos acontecimientos relacionados con el botellón y las muertes de jóvenes por consumir éxtasis ha puesto en alerta a muchos progenitores. Desde hace cinco años, el Ayuntamiento de Alicante desarrolla el programa Escuela de Padres, donde enseñan a éstos a dialogar con sus hijos en distintas etapas de su vida y a tratar sin tapujos cuestiones relacionadas con la droga y el sexo.
Es probable que las aulas de este programa se llenen ahora en busca de consejos sobre cómo actuar cuando se conoce el consumo de drogas y alcohol o cuando se llega ya al abuso. El coordinador del Plan Municipal sobre Drogodependencias, Luis Rodríguez, y la responsable de la Escuela de Padres, Amparo Aguilar, tienen muy claro cuáles son las prioridades: el diálogo, la autoridad y el respeto mutuo.
En una etapa tan difícil para todos –la adolescencia–, donde los hijos ya no son niños, pero no son mayores, y los jóvenes se dan cuenta de los cambios y quieren experimentar, Luis y Amparo enfatizan en el diálogo y la comunicación: «Muchas veces ocurre que los padres no conocen quiénes son sus hijos».
En estos momentos en los que el sexo y las drogas están tan presentes en el día a día, los expertos aconsejan, mientras se ve la televisión y salen noticias relacionadas con estos asuntos, hablar con ellos y averiguar cuál es la opinión del joven. Prohibirles su uso y consumo, apuntan, no es recomendable, «porque lo prohibido gusta siempre más». Rodríguez y Aguilar recomiendan que los padres expliquen a los hijos las consecuencias del abuso y averiguar por dónde se mueven sus retoños.
También es necesario facilitarles alternativas de ocio. Rodríguez pone un claro ejemplo: si el joven tiene la posibilidad de pasarse un domingo con sus amigos de excursión, es probable que el sábado no consuma tanto alcohol o pastillas. Si se le permite que pase el domingo durmiendo, el círculo vicioso terminará cuando pase la época crítica o caerá en el precipicio de las drogas.
En esta escuela, los padres aprenden a reaccionar ante determinados comportamientos de los hijos, cómo ponerse el pelo de colores, la timidez, el inicio de las relaciones sexuales o el consumo de alcohol y otras drogas. Aquí son los mismos padres quienes aprenden a desarrollar la comunicación con sus hijos contando sus problemas y viendo las reacciones de sus compañeros de grupo.
Así ocurre en la escuela del colegio Antonio Ramos Carratalá. La sesión del jueves pasado se centró en el consumo de pastillas. Estudiaron cómo son (colores, diseño y hasta el nombre), cómo detectar si sus hijos consumen y, lo más importante, cómo hablar con los hijos para evitar su consumo o, al menos, controlarlo. La droga está en la calle y no se puede prohibir. La educación y el diálogo es la base de todo. Pilar Bayona tiene un hijo de 17 años de edad y está preocupada, pero ha hablado con él del asunto y está presente en sus conversaciones. Lo único que le queda es confianza, que la tiene a raudales. Los hijos de María Teresa son pequeños aún, pero lo tiene claro: «Si tiene que fumarse un porro que lo haga delante de mí». María Angeles ha educado a su hija para que no acepte nada de los desconocidos, pero sabe que la droga se la puede facilitar cualquier amigo. Así, Manuel, María José y Ana Ruiz, y muchos otros, han aprendido que el diálogo es la mejor manera de llegar a sus hijos.
CÓMO ACTUAR
No enfadarse: Si su hijo llega borracho, esperar, al menos, al día siguiente.
Dialogar: Preguntar qué bebió la noche anterior. Explicarle que las consecuencias no son buenas para su organismo.
No prohibírselo.
No dejarlo en un día: Usar las series de televisión para saber qué hace su hijo y no rechazar sus amistades.
Mantener la autoridad: Con unas normas de horario de llegada a casa los fines de semana. Ser inflexibles, pero justos.
Actividades: Si se plantean actividades el domingo acordes con la edad de su hijo (no es necesario que sean con los padres) los hijos no llegarán el sábado tan tarde a casa y quizás, se reduzca el consumo de alcohol y otras drogas.
Frecuencia: Si las borracheras se producen a menudo y las charlas no sirven de nada habrá que consultar a un especialista.
Buscar ayuda: Acudir a la Escuela de Padres es un comienzo. Su teléfono es 965.14.94.41.
Adelantarse: No hay que esperar a encontrar tabaco, olor a alcohol, pastillas o condones. Hablar antes de que llegue el momento.