Las drogas están prohibidas, pero la gente las consume. Sobre todo en festivales de música y fiestas donde el consumo se percibe como parte de la experiencia del baile, del gozo y de la alteración del cuerpo y la consciencia. El problema es que en medio de un mercado clandestino, que se mueve bajo la prohibición y la ilegalidad, encontrar constancia en la calidad y la oferta de sustancias no es sencillo.

La preocupación por el acceso a la información sobre drogas y por la seguridad del consumo en la fiesta no es solo de los usuarios, es también un asunto del que cada vez más se ocupan organizaciones y organizadores de eventos masivos como el Festival Estéreo Picnic —y que resulta urgente ante cada muerte que se conoce en medio de una fiesta, producto de una sustancia insegura o de malas prácticas como la falta de acceso al agua o a la atención médica—.

En Colombia, y de hecho en Latinoamérica, el tema de la seguridad en el consumo de sustancias y la reducción de daños lo ha liderado Échele Cabeza, un proyecto colombiano que ya es reconocido entre un grueso de los usuarios de drogas como la alternativa para saber si lo que consumen es seguro y cuál es la mejor forma de hacerlo. Desde hace varias ediciones, el Festival Estéreo Picnic le ha abierto un espacio a Échele Cabeza para ofrecer gratuitamente el servicio de testeo de sustancias durante los días del festival.

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