Mientras las autoridades y los medios señalan con el dedo a las narcolanchas, a los que vigilan los puntos de venta protegiendo así a los vendedores, muy pocos dedos apuntan a los altos cargos y hombres de negocio, los verdaderos responsables del comercio. Los poderosos, utilizando su aparato de Estado se encargan de blanquear el dinero generado, aprovechando al paso, la dima que seguirá engordando, no solo las arcas del aparato sino también las propias.
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